El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, habló esta semana por primera vez en el Bundestag, la Cámara baja del Parlamento alemán, donde fue recibido por un hemiciclo puesto en pie entre aplausos entusiastas. Durante su discurso, en el que advirtió contra el auge de los partidos de ultraderecha en la UE, probablemente se fijó en que había muchos asientos vacíos. Decenas de diputados lo boicotearon con su ausencia. Tanto el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) como la formación populista de izquierda Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) dieron instrucciones de abandonar el hemiciclo cuando llegara el mandatario ucranio. Es una de las muchas cosas que les une: su postura, expresada de forma más o menos patente, prorrusa y hostil hacia la causa ucrania.

Las políticas antinmigración son el otro punto de contacto entre dos partidos que, sumados sus votos, han convencido a casi uno de cada cuatro alemanes. Más del 22% de los electores optaron en las elecciones europeas del pasado domingo por partidos en los extremos del espectro político. En el este, el antiguo territorio de la comunista República Democrática Alemana (RDA), el vuelco hacia estas formaciones alejadas del centro es aún más llamativo. El 40% de los electores marcaron la papeleta de AfD o de BSW, convertidas en primera y tercera fuerza respectivamente en los länder orientales.

Los comicios europeos han constatado el declive de lo que el reputado sociólogo Manfred Güllner llama “República de Bonn”, es decir, los partidos establecidos cuando Bonn era todavía la capital de la República Federal Alemana, antes de la reunificación. Pese a la holgada victoria de los democristianos el domingo, el fundador del instituto demoscópico Forsa destaca un dato para él muy significativo: los democristianos de CDU/CSU, los socialdemócratas del SPD, los liberales del FDP y Los Verdes apenas fueron votados por algo menos del 40% de todos los alemanes con derecho a voto. “Más del 60% votó a los partidos de la ‘República de Berlín’ o a ninguno”, asegura en referencia a formaciones recientes como AfD, la izquierda de Die Linke y BSW, por un lado, y a los abstencionistas, por otro.

La insatisfacción con la coalición de Gobierno es “extremadamente alta, históricamente alta”, subraya Thorsten Faas, politólogo de la Universidad Libre de Berlín, pero los resultados de los partidos extremos no se explican únicamente por el voto de protesta y la decepción con los partidos tradicionales, añade. “Si nos fijamos en los temas que han dominado la campaña, la guerra y la paz, Ucrania, las respuestas a la migración, vemos que AfD y BSW son los que adoptan posiciones distintas a las de otros partidos. Su oferta temática les diferencia del resto”, asegura. Así es como convencieron a un gran número de votantes. “Fueron realmente los claros ganadores de la noche electoral”, resume.

La carismática Sahra Wagenknecht, icono de la izquierda radical, ha irrumpido a lo grande en el panorama político alemán con una formación escindida de Die Linke hace apenas seis meses. Con el 6,2% de los votos, su debut se considera un éxito que preludia todavía mejores resultados en las elecciones regionales que se celebran en Turingia, Brandeburgo y Sajonia en septiembre próximo. El cóctel de populismo de extrema izquierda de Wagenknecht mezcla políticas migratorias restrictivas, llamadas a “la paz” y contra el envío de ayuda militar a Ucrania y propuestas de justicia social que mejoren las condiciones de trabajadores y jubilados.

“Tiene potencial para sustituir a Die Linke también en las elecciones federales”, escriben Catrina Schläger, Christos Katsioulis y Jan Niklas Engels en su análisis poselectoral para la Fundación Friedrich Ebert. Para Faas, ofrece una combinación que no podía encontrarse en otras formaciones: “Hasta ahora había que decidir si votar por la izquierda o emitir un voto más tradicional, autoritario y nacionalista, por así decirlo. En BSW se juntan ambas cosas”.

Los resultados de las elecciones europeas “no han podido sorprender a nadie que haya seguido en las últimas semanas el estado de ánimo del país”, asegura Peter Matuschek, gerente del instituto de encuestas Forsa. El último sondeo de su empresa que preguntaba por preferencias para los próximos comicios federales (previstos para otoño de 2025) ya ofrecía datos muy similares. Y dejaba patente que buena parte de la ciudadanía no confía en que la coalición de Gobierno de Olaf Scholz para solucionar los problemas del país. Pero tampoco en el principal partido de la oposición, los democristianos de la CDU.

Escasa confianza en Gobierno y oposición

Los conservadores no consiguen capitalizar la debilidad del tripartito. Matuschek destaca un dato del último sondeo: menos de uno de cada cinco alemanes (18%) confía en que SPD, Los Verdes o FDP puedan hacer frente a los desafíos. Pero la misma escasa proporción (18%) confía en la competencia de CDU y su socio bávaro CSU.

El éxito de BSW sorprende al tratarse de una formación recién creada, pero en el caso de AfD lo llamativo es que no les hayan penalizado los distintos escándalos en los que se han visto envueltos en los últimos meses. Reuniones secretas con neonazis para expulsar a millones de personas con origen migrante, acusaciones de espionaje para China, relaciones dudosas con Rusia de su cabeza de lista en Bruselas, Maximilan Krah, que obligaron a que el partido lo escondiera en el tramo final de la campaña… Nada de eso ha hecho mella en los resultados del partido, que como mucho ha perdido dos o tres puntos porcentuales respecto a las estimaciones previas a los escándalos. Es una de las principales diferencias entre estas dos formaciones. Mientras BSW basa su triunfo en la notoriedad de Wagenknecht, en AfD las personas no parecen tener ninguna relevancia, apunta Faas.

Nadie duda ya del éxito de estos dos partidos en el Este en las próximas elecciones regionales. Además de los datos de las europeas, el domingo se celebraron comicios en consejos locales y ambos partidos consiguieron en algunos de ellos más escaños que candidatos se habían presentado. La pregunta de cara al otoño es cómo se va a mantener el cordón sanitario contra AfD y qué papel va a jugar la derecha tradicional. Los temas que interesan ahora a los alemanes quedaron claros en la encuesta de Forsa del día después de las europeas: la mejora de la situación económica del país (68%) y la mejor gestión de la inmigración (67%).

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