Cuando el número de glóbulos rojos, o la concentración de hemoglobina en ellos, es inferior a lo normal, aparece la anemia, «un grave problema de salud pública que afecta principalmente a lactantes, niños y adolescentes, así como a mujeres en edad fértil o embarazadas», advierte María de la O Abío, miembro del Servicio de Hematología del Hospital Universitario de Toledo. «Es como una epidemia silenciosa que, por ser frecuente, a veces se normaliza, pero que disminuye de manera importante la calidad de vida de quien la padece», insiste la especialista.

En este escenario, la alimentación juega un papel determinante, ya que «la hemoglobina es una molécula que ayuda a transportar el oxígeno en los glóbulos rojos. Pues bien, existen micronutrientes que participan en la formación de la hemoglobina o de los glóbulos rojos, por lo que el déficit de alguno de ellos influirá en la aparición de anemia», explica Francisco Pita, miembro de Área Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).

En concreto, los micronutrientes con mayor importancia son el hierro, cobre, ácido fólico y vitamina B12. «El hierro más biodisponible (es decir, que más se puede aprovechar de la ingestión del alimento) es el hemo, y se encuentra principalmente en alimentos de origen animal. La vitamina B12 también está exclusivamente en alimentos de origen animal. Es por esto que una persona con un patrón vegano o vegetariano estricto tiene más riesgo de anemia por carencia de micronutrientes. En cambio, el ácido fólico se encuentra sobre todo en las verduras. Por su parte, el cobre está en muchos alimentos, las necesidades son menores y los casos de anemia por su déficit son poco frecuentes», asegura Pita.

Así, tal y como detalla el portavoz de la SEEN, sentados a la mesa es importante saber que los alimentos con el hierro que mejor se absorbe son «la yema de huevo (8mg de hierro por cada 100 g de alimento), la codorniz (4mg/100g) y el cordero (2mg/100g). La carne de cerdo y ternera tienen sobre 1,2mg/100g. En cuanto a pescados y mariscos, las almejas contienen 14mg/100g, y los mejillones cocidos casi 8 mg/100g, mientras que el aporte de los lácteos es bajo».

De los alimentos con hierro de origen vegetal, «las legumbres aportan sobre 3,3 mg/100g y la avena 4,3 mg/100g. Pero no por aportar más cantidad por 100g de alimento se va a poder absorber y emplear más. Por eso no solo debemos fijarnos en la cantidad, sino también en el origen», aclara Pita, quien añade que «no se debe abusar del consumo de carne roja por tener unos niveles bajos de hierro, ya que no es el único alimento que puede proporcionarlo».

¿Hay que tomar suplementos?

Y cuidado, porque ante niveles bajos de hierro, tomar suplementos puede ser un error: «Solo hay que hacerlo cuando lo considere apropiado el médico y bajo su supervisión, ya que no siempre es necesario, tiene efectos secundarios y el hierro interfiere con la absorción de otros minerales. No es necesario tomar suplementos de hierro sólo por tener un valor alterado en el análisis. Es más, hay análisis en los que el hierro en sangre está bajo, pero no se recomienda tomarlo por el resto de parámetros. Y si un paciente recibe tratamiento con hierro vía parenteral, no debe tomar suplementos, porque se saturan los transportadores, de ahí la importancia de la revisión médica», aconseja Pita.

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