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BBVA ha lanzado una opa hostil sobre el Sabadell. En concreto, el banco que pilota Carlos Torres ha lanzado una oferta pública de adquisición de acciones al precio exacto al que propuso la semana pasada una fusión amistosa, 1 título de BBVA por cada 4,83 acciones de Sabadell, y que el consejo del banco catalán consideró que infravalora el valor del banco.
El movimiento de BBVA deja la decisión en el tejado de los accionistas de Banco Sabadell, que serán los que finalmente deberán decidir si el la entidad vale más en solitario, como defiende el consejo de la entidad catalana, o de la mano de BBVA. El Sabadell no cuenta con accionista de control, tras la salida progresiva de las fortunas catalanas que ejercían ese papel, y la mayor parte de su accionariado, un 53%, está en manos de grandes fondos de inversión, por un 47% restante de inversores minoristas.
Los accionistas de Banco Sabadell -muchos de ellos están presentes también en el BBVA, como grandes fondos de inversión como BlackRock o Vanguard- deberán decidir, por tanto, si dan por buena la oferta, que de acuerdo a los precios de cierre de Bolsa del miércoles tasa la entidad catalana en casi 11.600 millones de euros. Contiene una prima del 18%, que fue del 30% con respecto a los precios de antes de los rumores de fusión, y supondrá que los accionistas del Sabadell tomen el 16% del BBVA.
Las hostilidades entre BBVA y Sabadell han ido creciendo por momentos durante los últimos días. La entidad que preside Carlos Torres se aproximó primero de manera amistosa, con una carta remitida al consejo de administración del Sabadell que proponía una fusión íntegramente con ese canje en acciones, además de tres puestos en el consejo de administración del banco resultante.
El banco que preside Josep Oliu se tomó cerca de una semana para responder y lo hizo de manera contundente. El Sabadell considera que esta ecuación de canje, a razón de 1 título de BBVA por cada 4,83 acciones del Sabadell, “infravalora significativamente” el proyecto de la entidad y sus “perspectivas de crecimiento”, por lo que optó por continuar de forma independiente. En particular, el banco catalán censuraba que la oferta no contuviese una parte en efectivo, lo que hacía depender la valoración del banco de la cotización de BBVA. En su lugar, prometía repartir a sus accionistas 2.400 millones en dos años.
Las tensiones alcanzaron el cénit el miércoles. El Sabadell publicaba un email que su presidente recibió de Torres el domingo por la noche, horas antes del consejo de administración en el que el banco debía valorar la oferta. En él, Torres avisaba a Oliu de que el BBVA no tiene margen para mejorar la oferta ya remitida. Esto taponó las especulaciones de los analistas de que podía mejorar la oferta.
En este contexto, el movimiento de BBVA es totalmente inédito para el mercado español, que tradicionalmente repele las opas hostiles. En el sector bancario, la última oferta de este tipo de la que se tiene constancia es la del Banco Bilbao sobre Banesto en los años ochenta, que finalmente fracasó. La opa, en cualquier caso, debe recabar las autorizaciones de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y el Ministerio de Economía, en manos de Carlos Cuerpo. La opa está, además, condicionada a que la acepten accionistas con más del 50% del capital del Banco Sabadell.
El lanzamiento de la opa por BBVA, que de acuerdo a la ley no puede retirar, inicia un largo proceso hasta su resolución, que puede superar los seis meses. El BBVA ahora debe remitir a la CNMV en el plazo de un mes toda la documentación de la oferta y este organismo supervisor cinco días para admitirla a trámite. Después, la CNMV tiene un plazo de 20 días para analizar la oferta, que puede prorrogar a placer y habitualmente se demora más de seis meses. Una vez cumplido este paso, que previsiblemente llegará una vez se hayan logrado todo el resto de autorizaciones, se abrirá un plazo de aceptación de la oferta, de entre 15 y 70 días.
Durante este tiempo la ley de opas constriñe la capacidad de movimiento del consejo de Sabadell para defenderse. La norma le obliga a estar sujeto al llamado deber de pasividad, lo que le impide ampliar capital o lanzarse a por otras entidades para engordar el perímetro del banco.
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