Ante la estabilidad de las previsiones de crecimiento del PIB en los grandes bloques económicos del planeta (7% para la India, 4,5% en el caso de China, 2,5% en Estados Unidos y solo un 0,5% para la zona euro), la inflación estadounidense sigue siendo el indicador que más condiciona la evolución de los mercados financieros. Con la excepción, claro, del aumento de la aversión al riesgo por parte de los inversores asociado a la geoestrategia.

El pasado mes de abril se produjo el lanzamiento mutuo de misiles entre Israel e Irán y, ahora, está sobre la mesa la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas en Francia. El riesgo de que una victoria de Marine Le Pen implique retrocesos en el proceso de consolidación de la Unión Europea ha derivado en una ampliación de los diferenciales de la deuda pública de la mayoría de los países de la zona euro frente a Alemania. Y, en esta ocasión, no solo de la periferia. Como es obvio, se ha unido Francia, cuya prima se ha disparado hasta 85 puntos básicos, es decir, muy cerca de la de España (100 puntos básicos, por lo que el spread o diferencia entre España y Francia es de apenas 15 puntos básicos).

Ya tendremos ocasión de analizar el alcance de este episodio de aversión al riesgo —y sus implicaciones, como el peor comportamiento relativo de los bancos en Bolsa— que, de momento, está limitado a los activos en euros. Porque los denominados en dólares siguen favorecidos por la percepción de que la Reserva Federal (Fed), el banco central estadounidense, acabará bajando los tipos. A ello contribuye que la inflación se ha moderado en mayo hasta el 3,3% interanual (3,4% la subyacente). Se retoma así al proceso de gradual moderación de los precios hacia el 2%, nivel que debería lograrse en 2025.

Aunque alcanzar esa cota exacta parece que va a costar, al menos si analizamos las últimas previsiones de la Fed (un IPC del 2,3%) o lo que cotizan los mercados financieros (2,2%). Pero con tipos de interés del 5,5%, un nivel claramente restrictivo, parece que no será necesario que la inflación esté por debajo del 2% para accionar el recorte del precio del dinero. La publicación del denominado dot plot, un ejercicio sin parangón de transparencia de una autoridad monetaria, en el que se comprueba que la mayoría de los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), en concreto 15 de 19, anticipan recortes (de hecho, ocho esperan dos rebajas) es un aval al escenario de relajación de la Fed en 2024. Y que este banco central recorte es muy importante para la zona euro, porque permitirá que el BCE replique los recortes tras el que hizo a principios de mes.

La variable que hay que seguir para que encajen las piezas es el tipo de cambio del euro contra el dólar. La depreciación reciente de nuestra divisa —coherente con el aumento de las primas por riesgo en la zona euro—, en caso de intensificarse, podría derivar en un riesgo al alza para nuestra inflación que “ataría de manos” al BCE.

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