Una “mala noche” en la que tenía “un resfriado”. Esa es la versión oficial de la Casa Blanca sobre lo ocurrido el jueves pasado en el debate de Atlanta que enfrentó al presidente, Joe Biden, con su antecesor, Donald Trump. La portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, manifestó este martes en rueda de prensa su voluntad de pasar página sobre lo ocurrido. Sin embargo, no va a ser tan sencillo. Un primer congresista de su partido se ha lanzado a pedir abiertamente en público que Biden se aparte de la carrera de la reelección tras su desastroso debate. Los gobernadores demócratas están preocupados y el presidente se reúne este miércoles con ellos y con los líderes del Congreso para tratar de calmarles sobre su capacidad física y mental.

Biden continuó este martes su gira de contención de daños, añadiendo una nueva excusa a su argumentario: el cansancio por los viajes internacionales de las semanas previas al debate. Suena poco convincente, tomando en cuenta que estuvo casi una semana encerrado en la residencia de Camp David, en Maryland, preparándose. En un acto de recaudación de fondos en Virginia, admitió este martes que no tuvo un buen debate, dijo que “no fue muy inteligente” por “viajar alrededor del mundo un par de veces” antes del cara a cara. “Decidí viajar alrededor del mundo un par de veces poco antes del debate, no escuché a mi personal… y entonces casi me quedo dormido en el escenario”, reconoció. “No es una excusa, sino una explicación”, argumentó.

La propia expresidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, que mostró su apoyo al presidente, admitía este martes en una entrevista en la MSNBC que es legítimo preguntarse si lo que vieron los espectadores el pasado jueves es “un episodio o una condición”. Si Biden tuvo, como dice Jean-Pierre, una mala noche o si el problema es de mucho más calado, como se empeñan en negar, pero la gente sospecha cada vez más. Pelosi recomendó al presidente conceder entrevistas a “periodistas serios” y, precisamente, como parte de la campaña para recuperar imagen, Biden dará el viernes una entrevista a la cadena ABC, donde espera demostrar que esté en condiciones.

Muchos congresistas admitieron, incluso públicamente, que el presidente había tenido una mala actuación en el debate. Lo que ninguno había hecho hasta este martes es pedir abiertamente a su líder que renunciara a la reelección. El que ha roto el fuego ha sido el congresista por Texas Lloyd Doggett, que cumple su 15º mandato como miembro de la Cámara de Representantes, y que se juega de nuevo en noviembre la reelección en un distrito de Austin, capital del Estado. Lo ha hecho a través de un comunicado y de varias entrevistas. En su nota, señala que Biden fue incapaz de defender eficazmente sus logros y de desenmascarar las mentiras de Trump y asegura que debería renunciar a la reelección.

Doggett usa una comparación histórica de la que los demócratas huyen como de la peste. “Represento el corazón de un distrito del Congreso que una vez representó Lyndon Johnson”, dice en su comunicado. “En circunstancias muy diferentes, él tomó la dolorosa decisión de retirarse. El presidente Biden debería hacer lo mismo”. Lyndon Johnson es uno de los pocos presidentes que no se presentó a la reelección. Tiró la toalla en 1968, un año en que, como en agosto próximo, la convención demócrata se celebró en Chicago. De aquella convención abierta salió ungido como candidato su vicepresidente, Hubert Humphrey, qu luego fracasó ante Richard Nixon.

Una difícil decisión

“Mi decisión de hacer públicas estas fuertes reservas no se hace a la ligera ni disminuye de ninguna manera mi respeto por todo lo que el presidente Biden ha logrado”, dijo Doggett. “Reconociendo que, a diferencia de Trump, el primer compromiso del presidente Biden siempre ha sido con nuestro país, no consigo mismo, tengo la esperanza de que tome la dolorosa y difícil decisión de retirarse. Respetuosamente, le pido que lo haga”, concluye su mensaje.

Un mal resultado en las presidenciales suele tener reflejo también en los resultados de las elecciones legislativas. El 5 de noviembre se renuevan los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 34 de los 100 senadores. Hay muchas posibilidades de que los demócratas, que dominan la Cámara alta por una mayoría de 51 a 49, contando independientes, pierdan su control. Entre los senadores que se renuevan en noviembre hay 24 demócratas y 10 republicanos.

Mientras que los republicanos compiten en circunscripciones favorables, los demócratas defienden escaños conquistados en zonas que ahora son conservadoras. Corren el riesgo de perder sus escaños en Virginia Occidental, Ohio y Montana, y en menor medida también en Arizona, Pensilvania, Michigan y Wisconsin. Un hipotético mal resultado demócrata lastrado por Biden también serviría para que los republicanos renovasen su mayoría en la Cámara de Representantes.

También se celebran elecciones a gobernador en 11 Estados, aunque en este caso se juegan la renovación ocho republicanos y solo tres demócratas. Entre estos últimos, los del Estado de Washington y Delaware tienen casi garantizada su reelección, pero está en peligro el gobernador de Carolina del Norte. En cambio, de los ocho Estados republicanos, los demócratas tienen aspiraciones de reconquistar New Hampshire.

Los gobernadores demócratas están preocupados por lo que vieron en el debate. El lunes se reunieron por teleconferencia y acordaron pedir cita con el presidente, con el que tendrán este miércoles un encuentro en parte presencial y en parte virtual. Es parte del despliegue de actividad con el que el presidente quiere contrarrestar la mala impresión dejada en el debate de la semana pasada.

Biden tendrá la reunión con los gobernadores, luego dará una entrevista a la cadena ABC, viajará a Wisconsin el viernes y a Filadelfia el domingo para actos de campaña y ofrecerá una rueda de prensa durante la cumbre de la OTAN de la semana que viene en Washington.

La rueda de prensa de Karine Jean-Pierre de este martes, la primera realizada en la Casa Blanca desde el debate del jueves, fue casi monotemática. La portavoz tuvo que hacer frente a un bombardeo de preguntas sobre la agudeza mental del presidente, incluida alguna directa sobre si padece demencia o algún tipo de enfermedad degenerativa. “No. Y espero que le estén haciendo la misma pregunta al otro tipo”, contestó Jean-Pierre.

La portavoz admitió que los medios de comunicación y el pueblo estadounidense tienen derecho a preguntarse sobre el estado de forma del presidente, pero rechazó que deba someterse a pruebas cognitivas o que tenga que facilitar información adicional sobre su salud más allá del informe médico que hace público cada año. Cree que bastará con intensificar su actividad y mostrarse en público para despejar las dudas. “Vamos a salir ahí fuera, por todo el país. Los estadounidenses van a verlo por sí mismos”, dijo Jean-Pierre en la rueda de prensa.

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