Con una diferencia de horas sobre el anuncio de la Unión Europea, en relación con la primera ley para regular la Inteligencia Artificial (IA), científicos australianos difundían un estudio con más de 600 voluntarios en el que aseguran que los rostros blancos generados por IA ahora parecen más reales que los rostros humanos.

Utilizaron la teoría del espacio facial y los informes cualitativos de 610 participantes, para identificar atributos faciales clave que distinguen la IA de los rostros humanos. Matizan que estos voluntarios malinterpretaron, «lo que llevó al hiperrealismo de la IA. Sin embargo, los atributos permitieron una alta precisión mediante el aprendizaje automático».

En este trabajo de la Universidad Nacional de Australia se dice también que la teoría psicológica «puede contribuir a la comprensión de los resultados de la IA y proporcionar orientación para eliminar el sesgo de algoritmos, promoviendo un uso ético de esta tecnología».

Difundido por «Psychoological Science», en este estudio no ocurrió lo mismo con las imágenes de personas de color.

La razón de la discrepancia –subraya la doctora Amy Dawel, autora principal– es que los algoritmos de IA se entrenan de manera desproporcionada en rostros blancos. «Si los rostros blancos de IA se perciben como más realistas, esta tecnología –concluye– podría tener serias implicaciones para las personas de color, al reforzar en última instancia los prejuicios raciales».

Esta psicóloga clínica hace hincapié en la necesidad de una mayor transparencia en torno a la IA, «para que los investigadores y la sociedad civil puedan identificar los problemas antes de que se conviertan en una cuestión importante».

Share.
Exit mobile version