Julio Romero de Torres (Córdoba, 1874-1930) fue un pintor enamorado del arte flamenco, un hecho fácilmente constatable con un sencillo repaso a su extensa obra. A través de ella se puede rastrear la huella de su profunda afición por lo jondo, que incluso le llevó a probarse como cantaor cuando era joven. Ese amor se ve expresado en algunas de sus más conocidos lienzos como Cante Hondo, La consagración de la copla o Alegrías. En ellas solía incorporar a artistas de su tiempo: la bailaora y actriz Lolita Astolfi preside la primera y la gran Pastora Imperio, la segunda, en una de las varias representaciones que tuvo en la pintura del cordobés. También retrató, entre otras figuras de la época, a La Niña de los Peines y a una jovencísima Encarnación López, La Argentinita.

A la figura humana, especialmente a la femenina, tan importante en el simbolismo y las alegorías de Romero de Torres, se suma otra presencia destacada, la de la guitarra, que en sus cuadros simboliza el flamenco. Las seis cuerdas también formaron parte de su vida, como demuestra la imagen de la sonanta de su propiedad, protagonista del cartel de esta 43ª edición del Festival de la Guitarra de Córdoba, que gira en torno al 150º aniversario del nacimiento del pintor. Para conmemorarlo, y con la debida previsión para una obra creativa, Juan Carlos Limia, que fuera director general de Cultura del ayuntamiento de la ciudad, le sugirió al guitarrista, también cordobés, José Antonio Rodríguez, que “fuera salivando”, dada la efeméride que se aproximaba. Eso fue antes del temprano fallecimiento, en 2023, del primero.

No es el primer trabajo de Rodríguez para guitarra y orquesta. Virtuoso de la sonanta flamenca de concierto, cuenta con una carrera larga en la que, además de una decena de discos en solitario, y de la composición de abundante música para ballet, ha compuesto obras como Guajira para guitarra y orquesta (1987), Viento de libertad (1990) y, especialmente, El guitarrista azul, obra sinfónica en cuatro movimientos, que, tras su estreno en 2001, volvió a interpretar en 2015, dentro del Festival de la Guitarra. Ya en esa ocasión contó con el concurso de la Orquesta de Córdoba, dirigida por Michael Thomas, mientras que otro compositor, Enric Palomar, se hizo cargo de la orquestación de la partitura. Son los mismos que le vuelven a acompañar en este estreno, pero no son las únicas colaboraciones, por lo que el guitarrista destaca de esta creación su componente de superación del individualismo: “Cuando uno empieza, quiere ser solista, pero, con el tiempo, te das cuenta de que es imposible ser totalmente autónomo”. Y, aunque reclama la autoría de la composición, afirma que “la obra es un puzle de muchísimas personas”.

En su estreno, el concierto, de más de una hora de duración, mostró ese carácter coral, y no solo por la interacción entre el guitarrista y su propio grupo con la orquesta, que resultó muy medida, sino también por las intervenciones puntuales de unos artistas que añadieron matices enriquecedores a una obra que aspira a reflejar la mirada plural de Romero de Torres sobre su Córdoba y sobre el flamenco que amó. En esa mirada no pudo faltar la verdad del cante de José Valencia, quien, por toná, parecía lanzar una saeta a la figura dolorosa de uno de los cuadros del pintor. También cupo el lirismo de Javier Ruibal, que se puso en la piel del artista para cantarle a sus musas y al Guadalquivir. La bailaora Lucía Ruibal se encargó de dar vida a sus simbolistas figuras femeninas, —las de su obra Alegrías especialmente— insuflándoles pasión y movimiento: el de unos brazos muy plásticos y unos pies musicalmente percusivos. Ya al final, la canción de Randy López, excantante del grupo del rock cordobés Mezquita, añadió la penúltima mirada.

La obra compuesta por Rodríguez, trasladada a la orquesta por Enric Palomar, tiene carácter de música descriptiva con detalles impresionistas, y es el reflejo del doble recorrido que se pretendía: por la ciudad y por el flamenco. Este último se revela en toda la musicalidad de la obra, con independencia de sus partes más flamencamente definidas: la farruca y la cordobesa soleá, que adquirió un especial protagonismo. El desarrollo de la composición, con su tema principal y sus melodías arropadas por la orquesta, adquirió por momentos una calidad cinematográfica que no es ajena a la experiencia compositiva de su creador.

Ficha técnica

La mirada de Romero de Torres. Composición original de José Antonio Rodríguez. Orquestación. Enric Palomar. Orquesta de Córdoba dirigida por Michael Thomas. Diseño de iluminación y escenografía: Pedro Serrano. Guitarra: José Antonio Rodríguez. Segunda guitarra: Manuel Montero. Bajo: Paco Peña. Percusión: Patricio Cámara. Cante: José Valencia. Voz: Javier Ruibal. Voz: Randy López. Danza: Lucía Ruibal.

Share.
Exit mobile version