La convocatoria de legislativas anticipadas en Francia y la posibilidad de que la extrema derecha llegue al poder provoca nerviosismo en los mercados. Aunque el programa económico de Reagrupamiento Nacional (RN) está por definir, sus dirigentes ya han mencionado que algunas medidas serán similares a las que se propusieron para las presidenciales de 2022. El partido de Marine Le Pen defiende, a grandes rasgos, reducciones de impuestos y aumentos de gastos en ciertos sectores. Unas propuestas costosas y que, sin ingresos creíbles, corren el riesgo de toparse con una ya frágil situación presupuestaria, advierten algunos economistas. Poco después de la convocatoria electoral, el coste de la deuda francesa creció y las agencias que evalúan los riesgos dieron señales de inquietud.

“Creo que la economía pasa por algunas convicciones, la simplificación, la necesidad de patriotismo económico, la reducción de la fiscalidad sobre las empresas, las clases trabajadoras y medias, y la salida de las reglas europeas sobre los precios de la electricidad. Mi prioridad será bajar los precios de la electricidad”, afirmó el martes el presidente de RN, Jordan Bardella, dos días después de arrasar en las elecciones europeas con un 31,5% de los votos.

El presidente Emmanuel Macron, tras sufrir la peor derrota de su carrera, anunció el domingo la disolución de la Asamblea Nacional y convocó elecciones legislativas para el 30 de junio y el 7 de julio. Los primeros sondeos, que deben tomarse con pinzas, apuntan a que RN podría convertirse en el primer partido del hemiciclo, aunque sin mayoría absoluta. El partido de extrema derecha tiene actualmente 88 diputados y para alcanzar esta mayoría necesitaría otros 201.

La perspectiva de una llegada de la ultraderecha al poder en la segunda economía de la eurozona ha sacudido los sectores económico y financiero. “Desde que una victoria de RN es una posibilidad, el coste de la deuda francesa se ha disparado”, alertó el martes Bruno Le Maire, ministro de Economía. También advirtió de una posible crisis de la deuda y recordó la situación vivida en el Reino Unido en 2022, tras el anuncio de la histórica rebaja de impuestos de la ex primera ministra Liz Truss. Tras la convocatoria de elecciones anticipadas, la prima de riesgo se disparó y llevó al bono francés a 10 años a tocar el martes 3,32%, el nivel más alto desde mediados de noviembre.

El nerviosismo es palpable. La agencia de calificación Moody’s advirtió el lunes de que la disolución de la Cámara baja “aumenta los riesgos” que pesan sobre el control presupuestario del país y, por tanto, sobre su calificación. La agencia Fitch, a su vez, alertó el martes del clima de “incertidumbre”. La deuda pública se sitúa en Francia en un 110,6% del PIB y el déficit alcanzó el 5,5% del PIB el año pasado. A inicios de junio, la agencia de calificación Standard & Poor’s rebajó por primera vez desde 2013 la nota de la deuda soberana.

Las grandes líneas económicas de RN siguen siendo confusas y podrían sufrir modificaciones para atraer a más aliados. El propio Bardella parece haber tomado nota del ambiente. En una entrevista con RTL, el aspirante a primer ministro insistió: “Económicamente, yo soy razonable”. Y continuó: “Tengo la lucidez y la honestidad de decir a los franceses que la situación económica que vamos a heredar […] será complicada. En consecuencia, y en el marco de una cohabitación, tendremos que tomar decisiones”. A la pregunta de si revocaría la impopular reforma de las pensiones de Macron, respondió con un “veremos”. El jueves se comprometió, sin embargo, a implementar “un sistema de jubilaciones más justo” y recordó que era uno de los compromisos del RN.

Un programa “económicamente xenófobo”

A la hora de analizar el programa económico de Le Pen, que hasta hace unos años propugnaba la salida de la Unión Europea, hay que referirse a las propuestas de 2022 y a las últimas declaraciones de los dirigentes ultraderechistas. Entre las medidas está reducir el IVA sobre los productos energéticos (combustible, gas, electricidad) del 20% al 5,5%, eximir del IRPF a los trabajadores menores de 30 años, establecer una preferencia nacional para la contratación pública o implementar una exención de cotizaciones para aumentos salariales del 10%.

Además de que algunos puntos pueden plantear cuestiones de legalidad, el exjefe del Fondo Monetario Internacional, Olivier Blanchard, describe un programa que es “fiscalmente irresponsable”. “Como cualquier lista de promesas populares, no hay nada parecido a una estrategia de crecimiento, nada sobre cómo reducir el desempleo, cómo ayudar a Francia a seguir siendo competitiva en los sectores que sostendrán el crecimiento y permitirán la redistribución”, criticó en X.

Christophe Boucher, profesor de Economía en la Universidad de París Nanterre, señala a este diario que “es un programa que no está completo, que no está financiado. Es decir, hay un desequilibrio muy grande entre gastos e ingresos”. El Instituto Montaigne, un laboratorio de ideas de corte liberal, estimó que implicarían un gasto extra de 101.000 millones de euros al año. Una cifra que ha repetido Macron y que el partido de Le Pen rechaza.

Clément Carbonnier, profesor de Economía en la Universidad de París 8, insiste en que el programa es “xenófobo, incluso económicamente”. Y abunda: “Se espera que su principal fuente de ingresos proceda de hipotéticos beneficios o ahorros que se obtendrían con políticas xenófobas”. El partido defiende que los ingresos vendrían de sus medidas antiinmigración, como el freno a la llegada de inmigrantes o la reducción de ayudas que pueden percibir. También citan la lucha contra los fraudes (fiscales, sociales).

Le Maire, el ministro de Economía, instó al “mundo económico” a “mojarse” y “decir claramente lo que piensa de los programas de unos y de otros”, refiriéndose también al pacto de la izquierda. El MEDEF, la principal patronal francesa, alertó sobre las propuestas de “algunos” sin citar directamente al partido de Le Pen, pero haciendo referencia a puntos del mismo.

Queda por ver cuáles serán presentados y de qué manera. Boucher cree que si algún día deben exponer un programa de gobierno, será un “ejercicio extremadamente delicado para ellos”. “O presentan algo razonable y al final se dirá que con su llegada al poder se acobardaron, o presentan algo en línea con lo que anunciaron, pero provocan una crisis”, sostiene.

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