En un torneo en el que favoritos como Inglaterra, Francia y Portugal han resultado decepcionantes, el España-Alemania de cuartos de este viernes (18.00, La1), de gran tonelaje, parece prematuro. Tanto, que la palabra “final”, como definición del choque, empapó este jueves todas las comparecencias previas en Stuttgart. La pronunció Ilkay Gündogan, la pronunció Luis de la Fuente, la tiene en mente cualquiera que haya visto el fútbol que han desplegado estos equipos, los más brillantes y los más consistentes del certamen.

También quien tenga memoria y recuerde que son los dos que más Eurocopas guardan en sus vitrinas, tres cada uno: los reyes del torneo. O quien piense de dónde vienen y lo rápido que se han levantado. En el último gran torneo, el Mundial de Qatar, España se vio fuera en octavos contra Marruecos después de un ejercicio estéril de más de mil pases que produjeron un único tiro a puerta. Alemania, inmersa en un gigantesco torbellino interno, ni siquiera consiguió superar la fase de grupos. Y, sin embargo, solo un año y medio más tarde, ambas han recuperado cuerpo a partir de la idea de sus técnicos. De la Fuente dotó de sentido el pase y Nagelsmann recuperó a Kroos para reordenar el caos.

Por si al encuentro le faltaba picante, ahí está también de fondo la posibilidad de que sea el último de la carrera del ya legendario centrocampista alemán, algo que provoca nostalgia hasta en el técnico rival: “Es una pena que haya decidido dejar el fútbol, porque como aficionado me gustaría seguir viéndole jugar”, dijo De la Fuente. Aunque su presencia en el campo este viernes supone una dificultad extrema: “Habíamos pensado en atarle los pies, pero no sé si me dejará la UEFA”, bromeó.

Del otro lado, Nagelsmann contó que había estado buscando soluciones para neutralizar a Rodri. Los equipos se parecen mucho, desde la estructura en el centro hasta la amenaza de los costados.

Como viejos miembros de la nobleza futbolística, arrastran además cuitas antiguas. La Mannschaft no gana a España en una competición oficial desde la Eurocopa de 1988, también en Alemania. “No estuve en aquellos partidos”, esquivó Nagelsmann sobre los años oscuros. Esta vez, como entonces, contarán con el viento a favor del público, algo en lo que incidió Gündogan: “Puede ser el factor decisivo”, dijo. “Queremos crear una situación en la que nuestro público nos apoye y que el rival sienta que nos apoya”.

También podría haber recordado que España nunca ha ganado al anfitrión de un gran torneo. No lo hizo. Tampoco De la Fuente, que sí introdujo un matiz al poder de la grada local: “A veces esa presión va en contra del equipo local porque tiene mucha exigencia. Vamos a jugar el partido como lo estamos haciendo hasta ahora, con alegría, con confianza en que tenemos mucho fútbol”. Como Alemania. Ambos con razones suficientes para sentirlo. Es la final de los reyes.

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