Mientras avanza hacia su ecuador la década que se había marcado como clave para la lucha contra el cambio climático y la reducción drástica de los gases de efecto invernadero, esa transición para dejar atrás los combustibles fósiles no camina lo rápido que debería en muchos sectores. Los países europeos plasmaron sus compromisos en los planes nacionales integrados de energía y clima —conocidos por las siglas PNIEC—, que fijan la ruta de la descarbonización de sus economías hasta 2030. Pero muchas naciones no están siguiendo esa senda a la velocidad adecuada. Es el caso de España con algunas áreas, según refleja un análisis del Observatorio de la Transición Energética y la Acción Climática (OTEA) y el Basque Centre for Climate Change (BC3). “Se está progresando en energías renovables en el sector eléctrico, pero hay un retraso en el transporte y la electrificación de la economía”, resume el investigador del BC3 Luis Rey, quien ha examinado el PNIEC junto a Mikel González-Eguino, director del OTEA.

“Se están haciendo cosas, hay un cierto progreso, que no se puede parar. Al revés, necesitamos acelerar los esfuerzos: poner una marcha más”, explica Rey. Sobre todo porque el análisis que han elaborado y que encuentra algunas preocupantes tendencias es sobre un plan climático que España debe endurecer todavía más por exigencia de Bruselas. De hecho, debería haber presentado su actualización al alza antes del 1 de julio. Pero ni España ni otros 22 países de la UE han cumplido, lo que ha supuesto un tirón de orejas de la Comisión. Solo han respetado el plazo Dinamarca, Finlandia, Países Bajos y Suecia.

El Ministerio para la Transición Ecológica, encargado de elaborar el PNIEC, ante las preguntas de EL PAÍS sobre cuándo podrá estar lista y presentada ante Bruselas la nueva versión, se limita a contestar que está pendiente de “tener la evaluación ambiental estratégica”, que se está “elaborando con máximo rigor”. Tampoco aclara si se mantendrán los nuevos objetivos propuestos hace un año para 2030. En cualquier caso, Bruselas ha pedido a los 23 países incumplidores que los presenten “cuanto antes” porque, entre otras cosas, es la mejor forma de movilizar las inversiones que se requieren para esta década crucial.

Reducción de las emisiones: progreso adecuado

A la espera de ese nuevo documento, el análisis del BC3 sobre el plan vigente es un buen ejercicio para conocer dónde debe España acelerar más. Como objetivo general, el PNIEC establece que las emisiones de gases de efecto invernadero del país deben rebajarse un 23% en 2030 con respecto a los valores de 1990. En 2023, ya se habían reducido un 5,3% respecto a 1990, con lo que los investigadores consideran que se está en la trayectoria para alcanzar el objetivo establecido en el PNIEC. Por eso califican el progreso de “adecuado”.

Sin embargo, como señala Rey, España ha contado con el “viento a favor” que supuso la caída de la economía durante la covid, que redujo las emisiones e hizo que el crecimiento del PIB haya sido inferior al proyectado en el plan. Los investigadores también creen que la crisis energética “podría haber beneficiado la reducción de emisiones”, ya que el alto precio de los combustibles fósiles habría “contribuido a contraer la demanda”. Y el problema principal reside en que en los borradores de la actualización del plan se apuesta ya por una reducción del 32% para 2030, con lo que habría que acelerar los esfuerzos —aunque el ministerio no aclara si eso será lo que finalmente se le presente a Bruselas—.

Renovables en la electricidad: progreso moderado

Pese a que España ha tenido el viento a favor para reducir las emisiones hasta ahora, también se han tomado medidas que han sumado en ese campo. Y una de las más significativas está relacionada con la producción de electricidad: se ha eliminado casi por completo el carbón, y las renovables han tenido un avance considerable, muy especialmente la fotovoltaica.

El objetivo que se plantea en el vigente PNIEC es que en 2030 el 74% de la electricidad en España provenga de fuentes renovables. En 2023, esa cuota llegó al 50,3% y el análisis de estos expertos califica el progreso en este ámbito de “moderado”. “La potencia instalada de solar fotovoltaica ha sido superior a la prevista en el PNIEC, no así la eólica, cuya potencia instalada ha crecido más despacio de lo esperado”, sostienen. Aunque se está en la senda para llegar al 74%, de nuevo hay que tener en cuenta el previsible endurecimiento de la meta: los borradores del plan climático apostaban por llegar a una cuota del 81% en 2030.

Renovables en todo el consumo energético: progreso “muy lento”

Pero España no solo tiene objetivos de implantación de renovables para el sector eléctrico, sino para todo el consumo energético. Y en este caso el avance es “muy lento”. El objetivo del actual PNIEC es llegar al 42% de renovables en el uso final de energía, y en 2023 fue del 23,6%. Además, los borradores del nuevo plan elevan ese porcentaje hasta el 48%.

Este avance tan lento se debe a la poca penetración de las renovables en otros sectores y a la falta de avances en la electrificación de la economía.

Electrificación: sin progreso

“La electrificación de la economía se presenta como uno de los grandes desafíos para los próximos años”, resaltan los autores del análisis. Pero no se aprecia progreso alguno, al revés, desde 2020 se ha reducido el porcentaje de consumo eléctrico sobre el consumo final de energía hasta llegar al 23,3% en 2023. El objetivo actual es alcanzar el 29% en 2030; y en los borradores del PNIEC se proponía llegar al 34%.

Hablar de retraso en la electrificación es fundamentalmente hablar de transporte y del lento progreso en España en la sustitución de los coches de combustión por los eléctricos —aunque también se debe aumentar la transformación de la climatización en los hogares—. Rey advierte de la necesidad de progresar en este ámbito para, entre otras cosas, seguir haciendo atractivo para los inversores el desarrollo de las renovables.

Dependencia energética: progreso moderado

Acelerar la descarbonización de la economía no solo tiene beneficios climáticos. Al reducir la dependencia de unos combustibles fósiles de los que no dispone España se rebaja la dependencia de las importaciones. El objetivo vigente pasa por reducir en 2030 hasta el 61% la dependencia energética —es decir, el porcentaje de las importaciones netas sobre la energía bruta disponible—. Los investigadores del BC3 señalan que “durante los últimos años la evolución” de este indicador “ha sido muy volátil, ya que ha estado expuesta a importantes factores geopolíticos”. “Tras la crisis energética de 2022, en 2023 se volvió a una cierta normalidad y la dependencia energética cayó al 68,3%”, con lo que España “se encuentra cerca de la senda para alcanzar” el objetivo del 61%. Sin embargo, el nuevo PNIEC planteaba hasta hace unos meses bajar hasta un mucho más ambicioso 51%.

Consumo de energía: progreso adecuado

España está en estos momentos en la senda para cumplir el objetivo de consumo de energía final, que consiste en quedarse por debajo de los 73.560 ktep (kilotonelada equivalente de petróleo), excluyendo los consumos no energéticos. El contexto socioeconómico de nuevo ha sido favorable porque además del menor crecimiento económico del previsto en el PNIEC, los altos precios han contribuido a esta caída, concluyen los miembros del BC3.

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