El legendario muro amarillo del Westfalenstadion estaba teñido de rojo albanés y aún inflamado por el fragor del himno cuando Dimarco ejecutó un saque de banda hacia un espacio libre de su propia área. Por allí apareció Bajrami libre de cualquier hostigamiento para marcar a los 23 segundos el gol más rápido logrado en una Eurocopa. El histórico y violento derechazo del mediapunta del Sassuolo combustionó aun más a los 40.000 albaneses que celebraban su superioridad en la grada. Enterraron el dicho de que Italia se siente en casa cuando juega en Alemania.


Gianluigi Donnarumma,
Federico Dimarco,
Riccardo Calafiori,
Giovanni Di Lorenzo,
Alessandro Bastoni,
Nicolò Barella,
Jorginho,
Davide Frattesi,
Gianluca Scamacca,
Federico Chiesa,
Lorenzo Pellegrini,
Andrea Cambiaso (Federico Chiesa, min. 76), Bryan Cristante (Lorenzo Pellegrini, min. 76), Mateo Retegui (Gianluca Scamacca, min. 82), Matteo Darmian (Federico Dimarco, min. 82) y Michael Folorunsho (Nicolò Barella, min. 91)


Thomas Strakosha,
Elseid Hysaj,
Mario Mitaj,
Berat Djimsiti,
Arlind Ajeti,
Ylber Ramadani,
Jasir Asani,
Kristjan Asllani,
Taulant Seferi,
Nedim Bajrami,
Armando Broja,
Qazim Laçi (Taulant Seferi, min. 67), Arbër Hoxha (Jasir Asani, min. 67), Rey Manaj (Armando Broja, min. 76) y Ernest Muçi (Nedim Bajrami, min. 86)

Goles
0-1 min. 0: Nedim Bajrami. 1-1 min. 10: Alessandro Bastoni. 2-1 min. 15: Barella

Arbitro Felix Zwayer

Tarjetas amarillas
Lorenzo Pellegrini (min. 20), Riccardo Calafiori (min. 50), Armando Broja (min. 51), Arbër Hoxha (min. 74)

El error grosero de Dimarco puso a medir el empaque de esta Italia en construcción de Luciano Spalletti, lastimada con un golpe madrugador. Salieron indemnes el técnico toscano y sus futbolistas de esa prueba que testaba sus hechuras. En poco más de 15 minutos, Bastoni y Barella ya le habían dado la vuelta al tanto de Bajrami. No se movió más el marcador. Le faltó a Italia más finura en las definiciones para vivir más tranquila un estreno que comenzó con el corazón en la boca.

El breve soponcio tuvo algunos coletazos en un par de contras de Albania antes de que Italia restableciera el orden y respondiera a la afrenta albanesa. La igualada italiana también se dio por una dádiva inocente de su rival. Dimarco entregó en corto un saque de esquina para que Pellegrini enguantara una rosca cerrada que Bastoni cazó libre de marca en el segundo palo. De un rebote nació el tanto del fino Barella, que enganchó una volea estética con el exterior de la bota derecha para dibujar una curva dentro hacia fuera que a Strakhosa solo pudo admirar.

No le había dado tiempo a Albania a encastillarse en la frontal de su área en lo que se intuía como una línea de seis defensas. Tampoco volvió a desplegarse tan descarada como en el poco tiempo que estuvo en ventaja en el marcador. Su ruidosa hinchada seguía gobernando en las gradas, pero los futbolistas de Sylvinho fueron sometidos por el corajudo arreón italiano.

Spalletti había despejado las dudas que intrigaban a la prensa italiana en los días previos. Finalmente jugó con una defensa de cuatro, comandada en el centro por dos centrales zurdos de toque notable. Bastoni fue el que se desplazó a la derecha y Calafiori a la izquierda. Si el central del Inter se hizo valer con el gol del empate, el del Bolonia confirmó por qué ha sido uno de los mejores jugadores de la Serie A este curso. De físico imponente, no le hace ascos a armar juego en campo contrario o a romper líneas con su zancada.

Susto final

La otra gran incógnita que rodeaba al próximo rival de España era si Scamacca jugaría solo en punta o acompañado. El atacante del Atalanta es el último prototipo de nueve espigado que se relaciona mejor con la pelota que con el gol. Tuvo el 3-1 en un mano a mano escorado y dejó movimientos y desmarques que facilitan la llegada de la segunda línea que formaron Chiesa, Pellegrini y Fratesi. Este último estrelló en el palo una picada.

Nunca especuló Italia con su renta mínima. No está en el libreto de Spalletti administrar ventajas con los rigores del viejo calcio. Jorginho y Barella marcaron los tiempos y la tenencia de la pelota ante una Albania que se perdía en aventuras individuales a la carrera. Eso sí, el partido pudo acabar con la misma sorpresa con la que empezó. En el minuto 90, Donnarumma salvó con el costado un mano a mano con Manaj. Fue el último gran estallido de los aficionados albaneses, que despidieron a sus internacionales con honores.

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