El juez de menores de la Audiencia Nacional ha decretado el internamiento durante seis meses, con posibilidad de una prórroga de tres meses más, del menor de 16 años detenido el pasado domingo en la localidad sevillana de Montellano por presuntos vínculos con el yihadismo. El magistrado acepta así la petición de la Fiscalía de Menores que atiende a “la gravedad de los hechos delictivos que se le imputan”.

El ministerio público acusa al joven de un delito de integración en organización terrorista y con carácter subsidiario un delito de adoctrinamiento terrorista o de autoadoctrinamiento terrorista, además de un delito de tenencia de explosivos. Unos delitos que se apoyan en el seguimiento y vigilancia sobre el menor llevadas a cabo por los agentes de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional que el juez detalla en su auto, al que ha tenido acceso EL PAÍS, y en la que se destaca que el joven tenía en su vivienda una bomba prácticamente lista para ser detonada, a falta solo del explosivo, y que era capaz de fabricar el mortífero explosivo casero conocido como madre de Satán.

De acuerdo con el escrito el 15 de noviembre de 2023 la policía recibió una llamada en la que se alertaba de que el joven se había hecho con varias sustancias para elaborar explosivos, “en concreto glicerina, ácido nítrico y otra sustancia que podría ser ácido sulfúrico o azufre”. También se comunica que el menor había manifestado públicamente su adhesión al Estado Islámico y que “él tiene su misma misión” que la organización terrorista, y que, además, había mostrado en su móvil material yihadista, lo que llevó a temer “que pueda cometer un atentado”. También se les transmite que el chaval estaba “altamente radicalizado” y que el 13 de noviembre de ese mismo mes había mostrado a sus compañeros de un taller municipal el vídeo de un terrorista que habría fallecido tras la comisión de un atentado. Durante esa conversación también les reconoció que “había fabricado un detonador casero con un teléfono móvil, para activarlo a distancia”.

Tras esa llamada, los agentes constatan que el material que había comprado supone un “alto riesgo de fabricación de explosivos” y comprueban que en los últimos días el joven había consultado páginas web sobre química. El análisis de sus perfiles en redes también permitían concluir su paulatina radicalización con publicaciones de cánticos en los que se alaba al Daesh, un tutorial para fabrica explosivos y otro tipo de material propagandístico vinculado al Estado Islámico.

El 20 de enero, cuando ya se había efectuado una estrecha vigilancia sobre el menor, la Policía comprobó cómo tiraba a la basura dos bolsas que contenían una caja rotulada “azufre en polvo”, y material que podría indicar que había fabricado explosivos. Un día después, vieron cómo abandonó con una mochila su domicilio para dirigirse a un campo en el que ya había estado el 28 de diciembre y donde escucharon detonaciones, que confirmaron que el menor estaba haciendo pruebas con los explosivos. Eso precipitó el registro de la vivienda y su detención.

Entre el material encontrado para fabricar explosivos, los agentes hallaron “parte de una bomba montada con metralla adosada a la misma, lista para su uso”. El informe policial detalla también que “únicamente le falta el explosivo que la detone”. También se le intervinieron cuadernos con instrucciones sobre la fabricación del explosivo conocido como madre de Satán y productos con los que había fabricado hasta 34 gramos de esa sustancia detonante. La madre de Satán es la sustancia que había fabricado en grandes cantidades la célula yihadista que cometió los atentados de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils y cuyo estallido accidental mató a tres de sus integrantes.

En un armario empotrado del domicilio también se encontraron botellas de acetona, que la madre había comprado a petición de su hijo, según se desprende de las intervenciones telefónicas, agua oxigenada, una botella de ácido sulfúrico y un bote de plástico que podría contener pólvora. En la vivienda también se incautaron, tal y como adelantó este diario, un machete de grandes militares, un chaleco táctico militar mimetizado con un portacargadores, como los que utilizan los yihadistas para inmolarse, dos mosquetones y una imagen de la bandera del Daesh enmarcada. En su móvil también se encontraron numerosos archivos en los que se alienta a la yihad global, con una participación activa del detenido.

Además del joven, su madre también ha sido detenida para constatar el grado de conocimiento de las actividades y los planes de su hijo y por qué adquirió para él el material que podía servir para fabricar explosivos que se encontró en su casa. Las autoridades policiales aún no han decidido si la progenitora pasará a disposición judicial o si será puesta en libertad, señalan fuentes cercanas al caso.

El joven ha declarado esta mañana ante el juez de menores de la Audiencia Nacional. La medida de internamiento impuesta garantiza que no se sustraiga a la acción de la justicia, ante el riesgo de fuga por la pena que conllevan los delitos, y evita que el joven continúe con su proceso de radicalización y el riesgo que eso puede implicar para el resto de ciudadanos.

La madre trabajaba en Montellano, a donde había llegado con su hijo y su hija de ocho años, hace dos años en calidad de refugiados procedentes de Siria. El padre, del que se había separado, vive en Extremadura. El alcalde y varios vecinos aseguraban este lunes que la familia estaba perfectamente integrada en este municipio de 7.000 habitantes del extremo oriental de la provincia sevillana.

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