Es curioso el que los comentaristas de TVE de la Eurocopa insistan en que todas las retransmisiones se emiten “gratis”, suponemos que alentados por sus superiores para que sirva a modo de ejemplo frente a las plataformas y cadenas de pago. Lo que los comentaristas no saben, o se lo callan, es que en abril de este mismo año la presidenta interina del Consejo de Administración de la Corporación RTVE, Concepción Cascajosa, durante su primera comparecencia periódica en la Comisión Mixta (Congreso-Senado) para el Control Parlamentario de la Corporación RTVE y sus Sociedades, informaba de que “RadioTelevisión Española dispondrá de una partida presupuestaria por importe de 105 millones de euros adicionales en 2024 para dar cobertura a la celebración de los Juegos Olímpicos de París y de la Eurocopa de Alemania 2024″. Es decir: de gratis, nada, salvo que se acepte aquella inolvidable definición de la entonces ministra de Cultura, la socialista Carmen Calvo: “El dinero público no es de nadie”, algo así como la concepción de la Virgen María.

Cierto es que la tan mencionada TVE debe cubrir en la medida de lo posible todo aquello que despierte un interés mayoritario en la ciudadanía, pero también lo es el que quienes los comentan o relatan deberían alejarse de la demagogia más ramplona, para eso, para demagogos, ya tenemos suficiente con el esporádico Javier Milei y los permanentes Isabel Díaz Ayuso, Santiago Abascal y sucedáneos.

Y, ya que hablamos de misterios, cabe citar la tercera temporada de Cormoran Strike. Sangre turbia (Max) en la que el inexpresivo detective privado y su pizpireta socia Robin Ellacott tratan de resolver, a instancias de la hija, la extraña desaparición en Cornwall de la doctora Margot Bamborough 40 años atrás. Lo que no es un misterio es la autoría del relato en el que se basa la serie, uno de los seudónimos más absurdos de la literatura contemporánea, pues no hay nota informativa, crítica o reseña que lo primero que señale es que bajo el nombre de Robert Galbraith se esconde J.K.Rowling, autora de las multimillonarias ventas de los libros de Harry Potter. Pese a todo, la serie coproducida por la muy elogiada BBC fluye con correcta naturalidad, con el añadido de que la trama se desarrolla en unos paisajes y pueblos costeros de cierto encanto aunque sin llegar a ese desmedido ejemplo de autoestima británica cuando define la zona como “La Riviera de Cornwall”.

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