Después de la inesperada derrota del primer partido contra Eslovaquia (0-1), Bélgica era un polvorín a punto de explotar. Las críticas arreciaban sobre el seleccionador, el ítalo-alemán Domenico Tedesco, al que se le recordaron las desavenencias que empujaron a Thibaut Courtois a renunciar a la selección. Los reproches también apuntaron al plantel, con Romelu Lukaku a la cabeza por su eterno desatino ante el gol. Tampoco fue ajeno a las reprobaciones el capitán Kevin De Bruyne, al que se le reprochó falta de liderazgo para guiar la transición entre los componentes de la llamada Generación de Oro que fue tercera en el Mundial de 2018 y la nueva hornada de talentos representada por su compañero en el Manchester City, el extremo Doku (22 años), el también extremo Bakayoko (21, PSV) y los centrocampistas De Ketelaere (Atalanta, 23), Vranckx (Wolfsburgo, 21) y Vermeeren (19, Atlético).

En medio de ese ambiente inflamado, De Bruyne reunió al plantel el día después de la derrota con los eslovacos y se dirigió a los más jóvenes. “Solo quise quitarles de la cabeza el miedo al fracaso”, admitió De Bruyne en la zona mixta del Colonia Stadion tras liderar el triunfo de Bélgica ante Rumania, gol incluido. “Si soy capaz de ayudar a mis compañeros y guiarlos por el camino correcto, estaré satisfecho. Haré todo lo que pueda para que todos vayamos en la dirección correcta. Me estoy haciendo mayor y quiero demostrar en mis últimos años con la selección cómo comportarme como jugador y como líder”, advirtió. Su ausencia de casi un año en la selección por las lesiones le había impedido consolidar el liderazgo que se le reclama. “Le conozco desde hace poco tiempo. Se reunió con nosotros por primera vez en marzo. Desafortunadamente, para nosotros no estuvo casi durante todo un año. Prácticamente no pudo jugar la fase de clasificación. Se nota lo positivo que es y es importante que los jugadores salgan al terreno de juego con ese estado de ánimo”, le elogió Tedesco.

Bajo la fuerte presión de que una derrota ante Rumania podía significar una eliminación inesperada, De Bruyne acaudilló el juego de Bélgica ante los rumanos. Emergió como el jugador señalado a ser uno de los mejores del campeonato. Apareció ese centrocampista capaz de armar juego por todo el campo y también de finalizarlo. Su gol, el 2-0 que sentenciaba el partido a falta de diez minutos, vino precedido de un saque largo al espacio del meta belga Casteels. De Bruyne corrió libre por el pasillo central hasta citarse con el meta rumano Nita, al que superó con un toque sutil de puntera. “Hicimos un par de saques así en el entrenamiento previo al partido. Rumania nos estaba presionando y vi el espacio para correr, así que sólo necesitaba conseguir un toque para anticiparme a la salida de su portero para marcar”, describía satisfecho De Bruyne.

Insistido por si esta Eurocopa podía ser su último gran torneo, el capitán belga volvió a recordar que ahora tiene una misión que cumplir. “Llevo 10 años jugando en este equipo y tengo muchos conocimientos que transmitir a los jugadores más jóvenes, pero no he decidido cuándo voy a terminar”, zanjó. De Bruyne también tuvo tiempo de proteger al cuestionado Lukaku: “Hizo un gran partido y fue generoso con Tielemans para asistirle. Está haciendo un gran torneo”. Palabra de capitán.

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