La fama de lenguaraz intrépido ha acompañado a Sergi Sabrià durante toda su trayectoria política. Desde que fue elegido alcalde de Palafrugell (Girona) hasta tomar el control de la sala de máquinas de la Generalitat, en calidad de viceconsejero de Estrategia y Comunicación, cargo del que dimitió este jueves en una comparecencia donde negó tener ninguna culpa en el caso de los carteles que vincularon a Ernest Maragall con la enfermedad de Alzheimer. Sabrià, casi siempre desde la sombra, ha dominado la comunicación de Esquerra y cuando este jueves inició su intervención desde la sede del partido avisando que se sentía preparado para hablar sin limitaciones —“hoy puedo decirlo todo”— invitó a afinar los oídos. Se despidió rechazando cualquier responsabilidad sobre la campaña de desprestigio a Maragall pero destapando la lucha intestina que anida en la cúpula de Esquerra Republicana por tomar el control del partido.

La súbita renuncia de Sabrià, que ya había avanzado su intención de dejar la política, se formalizó con una cascada de recados dirigidos a Oriol Junqueras. “Hay quien ha querido precipitar este momento con acusaciones falsas, embarrando hasta límites insospechados un debate interno imprescindible dentro del partido, a la vez que escuchaba frases como que la ropa sucia hay que lavarla en casa”. Junqueras, que se ha apartado de la presidencia de ERC y aspira a volver al mando en noviembre, criticó hace dos semanas en Catalunya Ràdio el manifiesto que ha recogido centenares de firmas en contra de su permanencia en la dirección del partido: “Los trapos, sucios o limpios, mejor lavarlos en casa”, señaló.

Sergi Sabrià ha ejercido de estrecho colaborador de Pere Aragonès, president en funciones, y tiene buena sintonía con Marta Rovira, secretaria general de ERC. Tras las elecciones del 12 de mayo, los tres compartieron, en anuncios prácticamente simultáneos, la decisión de abandonar el primer plano de la política para alentar una renovación en Esquerra. Rovira tomó las riendas de ERC en 2011, en forma de tándem con Oriol Junqueras. Ella considera que es hora de cerrar una etapa pero Junqueras esgrime que a él le sigue quedando cuerda y pone su continuidad en manos de la militancia, que se deberá pronunciar en un congreso que está convocado para el mes de noviembre.

La lucha entre Rovira y Junqueras se interpreta como un pulso con capacidad para condicionar las negociaciones con el PSC para explorar un pacto de investidura que lleve a Salvador Illa a la Generalitat. En Esquerra mantienen que si Junqueras lograra conservar cuotas de influencia dentro del partido, el acuerdo con los socialistas podría ser más factible que si la negociación depende de Marta Rovira, que lleva seis años residiendo en Ginebra (Suiza).

En las filas del partido afirman que Junqueras también ha sido uno de los impulsores del intento de pacto con el PSC para que ERC entre en el gobierno del Ayuntamiento de Barcelona. El día que el acuerdo con el PSC se sometía a votación de las bases, los afiliados desbordaron el local de convocatoria y obligaron a cancelar la votación. La masiva movilización se interpretó como una negativa a avalar el acuerdo con los socialistas.

“El proyecto colectivo se está resquebrajando”, manifestó Sabrià este jueves. Sus declaraciones, entre sollozos de emoción, fueron una batería de dardos contra Junqueras, a quien se refirió reiteradamente de forma indirecta: “En política hay que saber asumir las responsabilidades cuando los resultados no son buenos. Espero que mi salida ayude a abrir una nueva etapa con otros nombres y otras caras”. Y añadió: “La conclusión es que hay quien no le importa la militancia ni la ciudadanía, sino la ambición y el deseo personal para controlar una organización para hacérsela a su medida”.

Tras asegurar que no mantiene contacto con el exvicepresidente del Govern desde la noche de las últimas elecciones generales, el 23 de julio de 2023, Sabrià aprovechó para contradecirlo públicamente. Aseguró que cuando conoció el caso de los carteles de Maragall —”no tengo nada que ver, traspasa cualquier límite ético”, dijo—, se puso en conocimiento “de los máximos responsabilidades”, en referencia a Rovira y Junqueras, cuando este último aseguró hace tres días no haber tener cualquier información previa al respecto.

La relación entre los dos sectores republicanos está muy tocada, aunque las diferencias vienen de lejos. “Las cosas empezaron a torcerse en octubre por cuestiones organizativas”, aseguran fuentes del partido. La presencia de la vicepresidenta del Govern, Laura Vilagrà, y otros altos cargos del Ejecutivo y del partido durante la comparecencia de Sabrià confirma el amplio apoyo con el que cuentan los afines a la renovación de la cúpula, idea que promulga Rovira y expone a Junqueras.

Precisamente, desde el entorno de Junqueras se han mostrado muy críticos con la manera de hacer de Sabrià y con la estrategia que ha impuesto en el Palau de la Generalitat. A Sabrià se lo considera el ideólogo de la convocatoria anticipada de elecciones. Aragonès terminaba su mandato en febrero de 2025 pero, tras no lograr aprobar los Presupuestos de 2023, adelantó las elecciones al 12 de mayo de este año. Esquerra sufrió un duro revés en las urnas al pasar de 33 a 20 diputados.

Junqueras es una figura fuerte dentro del partido, pero ha visto cómo su poder quedaba progresivamente arrinconado. Marta Rovira, de la mano de Pere Aragonès, ha logrado tener influencia en todas las áreas del Govern excepto en la Consejería de Interior que dirige Joan Ignasi Elena. Quien fue alcalde de Vilanova i la Geltrú (Barcelona) por el PSC es próximo a Junqueras. Más allá del departamento de Interior, el junquerismo (el líder independentista popularizó la afirmación “junquerisme es amor”) se ha bunquerizado en la Diputación de Barcelona. Junqueras también conserva una pica en el Congreso de los Diputados, con la fidelidad que le dispensa Gabriel Rufián. La número dos en Madrid, Teresa Jordà, ha mostrado apoyo públicamente a Sabrià: “Gracias compañero. Honesto hay que serlo, no solo parecerlo”.

_

Share.
Exit mobile version