La causa real y más importante que llevó al Ayuntamiento de Valencia a crear la Feria de Julio fue la necesidad de aportar lo lúdico de la fiesta a la vecindad que acababa de pasar un siglo, el XIX, catastrófico, lleno de guerras y epidemias. Sirvió, además, para que el Marqués de Campo, dueño de la fábrica de gas, se hiciera más rico, con la simple inversión de alumbrar gratuitamente, el paseo de la Alameda, recinto de la Feria, Muestraria para él, pues conseguiría con el alarde benefactor quedarse con la concesión de gas de toda la ciudad.

Aparte las epidemias de cólera y la Guerra de la Independencia, las carlistas, las revueltas de la huerta, la revolución cantonal, y demás, la que ensombreció más la vida de muchas familias fueron las Guerras en las colonias, las de Cuba, Filipinas y Marruecos, que acabaron con la vida de muchos jóvenes.

A ello se unió la falta de jornales, el paro endémico que quiso resolverse con la salvajada de derribar las murallas de la ciudad como manera de tener ocupados y asalariados a los sin trabajo.

Había una urgente necesidad de levantar la moral de la gente o de anestesiarla con fiestas y vieron como una buena medida lanzar la Feria de Julio, la Gran Fira, cuyos historiadores siempre han fijado su causa y origen en la despoblación de Valencia cuando llegaba el verano y la necesidad de retener a la gente unos días más por el bien del comercio local, una versión ésta la de retener a los ricos para que no se fueran a veranear a Godella y Rocafort dejando vacía Valencia que complacidamente han repetido miméticamente los historiadores de quita y pon.

Fue 1871 el año de partida de la Feria de Julio – creó la Fira de Juliol el Ayuntamiento de Valencia por acuerdo municipal del 12 de diciembre de 1870- con tintes muy burgueses, con espectáculos y actividades mayoritariamente más dirigidas a gentes de perfil económico saneado y pudiente que a las clases populares.

Dejaron poco espacio para que el común de la gente de verdad pudiera divertirse, esparcirse o mirar por momentos otras cosas que no fueran tragedia, salvo la espectacular Batalla de Flores, creada en 1891, idea que importó de Niza (Francia) el Barón de Cortes de Pallás.

La Feria de Julio quiso ser una fiesta civil, un bálsamo para el pueblo por las convulsiones de un siglo triste, negro y trágico en la historia de Valencia, que tuvo sus golpes de efecto mientras la sostuvieron las sociedades burguesas predominantes de su tiempo y que entró en declive cuando quedó sólo bajo la responsabilidad municipal, aunque ese bálsamo llegó poco al pueblo llano.

La invención fue varia y diversa: festejos, exposiciones de ganado, muestra de productos agrícolas, exhibición de flores y plantas, bailes, conciertos, corridas de toros, competiciones caballos, justas literarias y la Batalla de Flores. Al establecerse la Feria en torno a la Fira de Sant Jaume, las corridas de toros fueron los actos que más pesaron, pues antes de que naciera el hecho ferial era el acontecimiento más importante de la ciudad en Julio.

La Feria de Julio creció con fuerza. También tuvo su ola de calor, como ahora, pero más fuerte, pues en la de 1962, los termómetros llegaron a marcar los 41 grados, a pesar de que en absoluto se hablaba de cambio climático. Fue un año de gran sequía donde peligró toda la huerta circundante.

Los militares, hoy tan denostados por algunos exquisitos de la progresía, tenían un papel importante en la distracción del gentío en la Feria. Hacían retretas, desfiles, portando carrozasalegóricas por la noche acompañando todo con músicas militares, con solistas y florituras de prestigio.

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