Tres días después del hallazgo de los cuerpos de los tres hermanos asesinados en Morata de Tajuña (Madrid), el principal sospechoso se presentó ante la Guardia Civil y confesó el crimen. Consciente de que era cuestión de tiempo que llegaran a él, prefirió entregarse el mismo el domingo por la tarde y contar su versión de la historia. Relató que alquiló una habitación en la vivienda de Amelia (71 años), Ángeles (76) y Pepe (79) en 2022 y aseguró que les había prestado “en torno a 50.000 euros” con la promesa de que se lo devolverían con creces. Pero eso nunca sucedió y él se fue desesperando cada vez más. Ante los agentes, Dilawar Hussain Choudhary, de 42 años, mencionó la palabra “venganza”. Las pesquisas de los investigadores de homicidios se centran ahora en corroborar los datos que el detenido ha dado en su declaración. La autopsia preliminar apunta a que los hermanos murieron a golpes y la Guardia Civil cree que Choudhary los mató solo.

En esa declaración, Choudhary explicó que había empezado a vivir con los hermanos Gutiérrez Ayuso en 2022, y por este motivo conocía perfectamente la finca en la que vivía la familia y también sus rutinas. En la cuenta de Facebook de Amelia hay mensajes de septiembre de ese año del asesino confeso, en los que le dice que sale muy guapa en varias fotos. En ese momento, según la investigación, las hermanas estaban ya ahogadas por una estafa del amor en la que habían caído años atrás, también a través de Facebook. Ellas mismas se habían encargado de contar a sus allegados en el pueblo que habían conocido a unos militares estadounidenses destinados en Afganistán y que habían empezado una relación virtual con ellos. Pasado un tiempo, uno de ellos supuestamente había muerto y el otro empezó a pedir dinero a las hermanas Gutiérrez Ayuso para poder hacer los trámites para cobrar una herencia de siete millones de euros.

Esta fábula que Amelia y Ángeles habían creído las llevó a efectuar decenas de transferencias al supuesto amante, a vender un piso, a ingresarle sus pensiones en cuanto las cobraban e incluso a pedir dinero. Esto es lo que el asesino confeso asegura que sucedió en su caso. Pasado un tiempo y al comprobar que ni le devolvían el efectivo prestado ni los intereses prometidos, los nervios de Choudhary fueron en aumento, hasta que se produjeron dos incidentes entre el hombre y sus arrendadores.

El primero fue en enero de 2023, cuando fue detenido por pegar un bofetón a Amelia, la hermana pequeña, pero la que controlaba todo. El segundo y más grave fue en febrero. Según el escrito de acusación de la Fiscalía, Choudhary esperó a las hermanas en casa y cuando entraron, asestó al menos tres martillazos de nuevo a Amelia y cuando cayó al suelo la pateó. Entonces, ingresó en prisión provisional hasta septiembre, cuando llegó a un pacto con Amelia para ser condenado a dos años de prisión por las lesiones y a una multa de 2.900 euros. El juez decretó su puesta en libertad por el tiempo pasado en prisión provisional y porque la acusación ejercida por la mujer no se opuso.

Con estos antecedentes, tras el hallazgo de los cuerpos, Choudhary era consciente de que era el principal sospechoso. El hombre, nacido en Pakistán y con nacionalidad española, había regentado un locutorio en Arganda del Rey, un municipio cercano a Morata de Tajuña. Sin embargo, el negocio cerró hace unos meses, coincidiendo con su puesta en libertad. A mediados de diciembre, se instaló en una habitación de una casa humilde en Arganda. En ella vivían varios compatriotas y él aseguró que no tenía apenas dinero para hacer frente al alquiler. A última hora del lunes, la Guardia Civil acudió con el detenido al domicilio para registrar la vivienda en busca de pruebas.

Su nombre estaba tan alto en la lista de sospechosos que el juez autorizó el registro de llamadas y el posicionamiento del teléfono de Choudhary desde el mismo día del hallazgo de los cuerpos. Esta información será crucial para corroborar los datos ofrecidos por el hombre en su declaración y para fijar cuándo se produjo el asesinato, si recibió ayuda antes o después del homicidio o si efectivamente les había ingresado dinero a los hermanos, como él afirma. Los investigadores también están a la espera del análisis de los dispositivos electrónicos de los hermanos y de la lista de números que tomaron señal de las antenas de Morata de Tajuña en el último mes. Todo apunta a que el crimen no fue premeditado, por la forma en la que quedaron los cuerpos, ya que el hombre trató de calcinarlos pero no fue capaz.

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