La gran incógnita en el Consejo Europeo sobre los nombramientos de los próximos altos cargos de la UE es qué posición tendrá Italia. A su primera ministra, Giorgia Meloni, no le ha gustado que el acuerdo se haya cocinado entre las tres familias políticas europeístas tradicionales (populares, socialdemócratas y liberales) sin contar con los ultraconservadores y, sobre todo, sin contar con ella. Por eso, este jueves Donald Tusk, primer ministro polaco y negociador de los populares, ha dicho nada más llegar a Bruselas: “Nadie respeta a Meloni y a Italia más que yo”. Menos explícito, pero también conciliador, ha sido el canciller alemán, Olaf Scholz: “Hemos llegado a un acuerdo político al respecto entre estas tres familias de partidos. Esta es solo una posición. Lo debatiremos con detenimiento y equidad. Los 27 Estados miembros son igualmente importantes; eso es importante”.

Las tres familias políticas de la gran coalición moderada que ha regido la Unión desde su fundación alcanzaron un pacto el pasado martes para que en este Consejo Europeo fuera nominada la alemana Ursula von der Leyen como próxima presidenta de la Comisión Europea, repitiendo así en el cargo que ha ocupado desde 2019. Este nombramiento precisaría, además, la ratificación de la mayoría del Parlamento Europeo. También precisaría confirmación de la Eurocámara la elegida para ser alta representante de la Política Exterior y de Seguridad, la primera ministra estonia, Kaja Kallas, de la familia liberal. Solo el ex primer ministro portugués António Costa, de los socialistas, señalado como próximo presidente del Consejo Europeo, no precisa del filtro parlamentario.

En teoría, los números para tomar la decisión en el Consejo Europeo son suficientes, aunque se precise de una mayoría cualificada reforzada: 20 países que representen, al menos, al 65% de la población. Los cuatro países que están gobernados por fuerzas políticas que no forman parte de las tres familias que han llegado al pacto (Italia, República Checa, Hungría y Eslovaquia) no tienen fuerza suficiente para bloquear el acuerdo. Fuentes diplomáticas ya apuntaban este miércoles que los checos estaban dispuestos a abstenerse si en el próximo Colegio de Comisarios se tienen en cuenta sus aspiraciones. En la misma posición está Eslovaquia, que ya a designado al actual vicepresidente de la Comisión, Maros Sefcovic, como su representante en el próximo Ejecutivo de la Unión y aspiraría una cartera de fuerte contenido económico.

Pero no puede decirse lo mismo de Hungría o de Italia. “El Partido Popular Europeo ha llegado a una coalición de mentiras con la izquierda y los liberales. ¡No apoyamos esta vergüenza de acuerdo!”, ha atacado el primer ministro húngaro, el ultraconservador Viktor Orbán, fiel a su tradicional actitud en la red social X, en la que lanza mensajes agresivos que normalmente se diluyen en la sala del Consejo Europeo.

Mucho más medidas son las críticas de Meloni. En su intervención en el Congreso y el Senado italiano previa a asistencia al Consejo Europeo, la primera ministra italiana señaló este miércoles: “Alguien en el Consejo Europeo toma la palabra y propone quién debe ocupar los puestos más altos después de que los negociadores de algunos partidos se hayan visto y hayan establecido qué nombres ocuparán los otros puestos. En primer lugar, me parece una falta de respeto a los ciudadanos. En segundo lugar, normalmente se empieza por lo que hay que hacer. Y luego se busca a la persona más adecuada para esos objetivos. Por eso me he tomado la libertad de discrepar de cómo se está gestionando el juego de los nombramientos”.

Ese “juego” ha estado gestionado por dos negociadores en cada familia política que, a su vez, son jefes de Gobierno en sus países. Por los populares, lo han hecho el griego Kyriakos Mitsotakis y el polaco Tusk, de ahí que sea especialmente significativo que haya sido él, expresidente del Consejo Europeo y exlíder del Partido Popular Europeo, quien lance ese mensaje dirigido a convencer a Meloni de que cuentan con ella: “Quiero dejar claro que nadie respeta a Meloni y a Italia más que yo. Creo que ha habido un malentendido. A veces necesitamos plataformas políticas específicas para facilitar el proceso, pero la decisión final corresponde a Meloni y al resto de líderes durante la cumbre. No hay Europa sin Italia ni decisión sin Meloni”.

Los otros negociadores han sido el todavía primer ministro holandés y futuro secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y el presidente francés, Emmanuel Macron, de la familia de los liberales. Los socialistas, por su parte, han sido el canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.

Sánchez, quien no ha acudido a este Consejo Europeo por el fallecimiento de su suegro, ha delegado el voto en Scholz. Esta delegación de voto es necesaria porque solo los jefes de Gobierno forman parte del Consejo Europeo y nadie del Ejecutivo que dirigen puede reemplazarles.

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