Leer las noticias, escuchar a los tertulianos políticos y bucear en la actualidad nacional me resulta cada vez más tedioso. Tengo la sensación de que ya lo he escuchado todo, un «dejà vú» en bucle, que diría un francés.

El tema del poder Judicial –con la pretensión de haber alcanzado acuerdo para su renovación entre enemigos acérrimos– ha provocado una reacción absurda entre los firmantes. Disimulan que están contentos y el Partido Socialista dice que no es vinculante. Justifican, como si les diese vergüenza, cualquier pacto con el PP. Lo lógico en una sociedad sana y normal sería que ambas partes estuviesen satisfechas con el acuerdo inicial. ¡Pues no! Ya han empezado a zurrarse. No sea que crean, ni por un segundo, que estamos al «piquito». Esta animadversión es muy tóxica y malísimo ejemplo para la ciudadanía, que contempla atónita todos estos movimientos del disimulo.

Sueño con ese rumor que se extiende sobre si Pedro Sánchez convocará elecciones en otoño, pero vistos esos «retiros espirituales» con cartitas amorosas no me fío un pelo. Teatro y puro teatro es lo que le gusta al presidente y confundir al personal.

A Bolaños, que va del listillo de la pandilla, todo le da igual, vive en su mundo paralelo donde no existe ni la vergüenza ni el sonrojo. ¡Es imperturbable! Yo estaba a su lado, cuando la jefa de Protocolo de la Comunidad de Madrid evitó que se colase en la tribuna presidencial y no movió ni una pestaña. Se quedó tan «pichi», de la misma forma que se queda todo este Gobierno ante los embustes y enormes patochadas que hacen. Mientras tanto el PP está descolocado y no se atreve a mostrar ninguna alegría por el pacto.

Estos días pienso mucho en mi madre, Fefa, leonesa de pro, que desde el minuto uno estuvo indignada con el reparto de las autonomías. «¿Pero cómo se les ocurre unir al Reino de León con Castilla que siempre fuimos enemigos con ese Condado cuando nosotros ya éramos Reino?», decía mi madre con sabiduría. Y añadía: «Lo natural, en todo caso, sería el Reino Asturiano Leonés, que fue el principio de todo, después de largar definitivamente a los musulmanes desde Covadonga». Así andaba mi pobre madre, indignada pidiendo la autonomía del Reino de León. Se hizo militante del partido y hasta fue a una manifestación. Ahora, estaría encantada siempre y cuando no se diese cuenta de que es otra manipulación y maldad del PSOE. Con el lema de «divide y vencerás».

No se asusten. Mi pasión leonesa no llega a la de mi madre, ni mucho menos. Lo que sí reconozco es que Valladolid es el que corta el bacalao y se lleva todo, mientras que a León, la antigua capital del Reino y que abarcaba hasta Galicia, además de haber tenido las primeras Cortes de Europa, la han dejado en el olvido. El pórtico de La Gloria, la maravillosa entrada occidental de la Catedral de Santiago de Compostela y una obra de arte del románico, se hizo gracias al Maestro Mateo que recibió el dinero para esta empresa del rey de León, Fernando II, que donó para tal efecto cien maravedíes anuales hasta el año1188, en que se acabó la construción. Y hay más. En 1211 se consagró mencionado templo en presencia del Rey Alfonso IX, de León para más señas. Nuestra historia es inmensa y maravillosa, y como dice la letra de su himno, «Sin León, no hubiera España». ¡Cómo hemos cambiado! Feliz fin de semana.

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