El matador de toros Manuel Escribano ha publicado, con la colaboración del catedrático y ex consejero de la Junta de Andalucía Antonio Ramírez de Arellano, una autobiografía al cumplir su vigésimo aniversario de doctorado, Tauromaquia y verdad: reflexiones tras 20 años de alternativa (El Paseíllo), informa Álvaro Rodríguez del Moral.

“Se trataba de contar todo lo que ha sido mi vida, hacerlo de pe a pa… las cosas buenas, las cosas bonitas, las cosas que duelen, las dificultades que entraña esta profesión; por eso va titulado así el libro: Tauromaquia y verdad, es mi verdad, la que he vivido, la que cuento y narro en este libro”, explica el torero de Gerena (Sevilla).

Las últimas páginas del libro, curiosamente, se añadieron cuando ya estaba maquetado, a modo de posdata, y retratan uno de los momentos más intensos de la pasada Feria de Abril. El torero, que había sido herido por el primer toro de Victorino Martín, que ejerce de prologuista, salió para matar al sexto después de ser operado sin anestesia general, cortando las dos orejas.

El libro, apunta el torero, podría funcionar como un manual para los chavales que quieren afrontar la aventura azarosa del toreo. “Era la primera idea que tuve; por suerte o por desgracia he pasado por todo lo que puede pasar un torero y tenía que aprovecharlo para que fuera didáctico”.

Pero esta peculiar autobiografía gira fundamentalmente en torno a cuatro experiencias vitales de distinto signo. Dos de ellas son triunfales: de un lado, el triunfo con Datilero, un toro de Miura que le sacó del ostracismo profesional en la Feria de Abril de 2013, y por otro el indulto de Cobradiezmos, el gran ejemplar de Victorino Martín que indultó en la Maestranza en 2016.

Paralelamente, en esos mismos años, sufrió dos cornadas que le tuvieron en los umbrales de la muerte. La primera de ellas fue en el ruedo de Sotillo de la Adrada (Ávila) y culminó con un traslado agónico por carretera hasta alcanzar el hospital de Móstoles (Madrid). La otra, en Alicante, que implicó un impresionante destrozo muscular y le ha dejado secuelas de por vida.

“Son puntos que marcan mi carrera. Con Datilero y Cobradiezmos logré tocar el cielo con las manos, llegué a encontrar lo que buscaba cuando soñaba con ser torero, pero la dureza y lo cruel está en esas cornadas casi mortales”, evoca el matador, que en su libro cuenta en primera persona, con natural sencillez, las sensaciones que se experimentan cuando la vida se escapa a borbotones. “Cuento que me estaba muriendo en Sotillo; eso es el blanco y el negro del toro porque todo puede cambiar en un segundo”.

El torero cuenta con la misma naturalidad aquellos años en los que descendió al sótano del toreo y desapareció de las ferias. “Lo más duro que yo he vivido es eso, más que esas cornadas que llegaron cuando ya estaba funcionando”.

Este libro —el décimo que ha editado El Paseíllo, el sello dirigido David González y Fernando González Viñas— nace de la amistad entre el torero y Ramírez de Arellano, quien ha transcrito numerosas horas de conversaciones grabadas.

“Escuchando a Manuel, compartiendo tantos ratos con él, llegué al convencimiento de que era importante que alguien contara su historia”, explica el catedrático. “Solo podía ser un relato en primera persona: se trataba de contar de forma didáctica y comprensible la razón y la forma de su propia tauromaquia, pero esa voz está vacía de rencor o ira; no sé cuántas personas pueden contar que se han desvanecido pensando que habían muerto; lo evoca sin amargura o dolor y lo asume como una parte más de la profesión; le duele mucho más su etapa de ostracismo”, afirma Ramírez de Arellano.

“He pasado por todo, he vivido de todo en estos veinte años y pensaba que lo podía contar. Tenía miedo de volver atrás al recordarlo, revivir tantas cosas; son muchas experiencias y he vuelto a evocarlas. He aprendido de mí mismo; es mi tauromaquia y mi verdad”, concluye el torero.

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