Madrid, Tokio, Cancún, Doha, Islas Fiyi… No hay una región del mundo que no vaya a ser pisada por los turistas en 2024. Tan solo entre enero y marzo, 285 millones de personas viajaron a algún destino internacional, un 20% más que en el primer trimestre del año anterior, según ONU Turismo. La demanda embalsada por la covid que todavía queda, el aumento de la conectividad aérea y la recuperación de los destinos asiáticos permitirán al sector superar en un 2% el número de viajeros respecto a los niveles previos a la pandemia, según las previsiones. Ya el año pasado, la contribución del turismo a la economía global superó los 3 billones de euros, es decir, el 3% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial. Y la cifra irá a más en este 2024 si todo marcha como esperan los expertos.

A favor del sector juegan una larga lista de razones económicas y políticas. La más notoria es el respaldo de la demanda, que sigue sin verse satisfecha pese a que ya han pasado tres años desde que la covid paralizara al mundo y cerrase fronteras como no se veía en mucho tiempo. Y aunque todo el mundo quiere viajar, si se tuviera que señalar en un mapa los puntos de los que provienen el mayor número de turistas, estos serían China, Estados Unidos, Alemania, Reino Unido y Francia. En 2023, fueron los países que más dinero se dejaron en las vacaciones, aunque también asoman en la lista mercados emergentes como la India y Corea del Sur. Los analistas coinciden en que la recuperación del mercado asiático y la expansión de una clase media con poder adquisitivo para viajar en las economías en desarrollo son dos de las grandes razones tras el nuevo auge turístico.

Según la consultora McKinsey, se espera que en 2030 aproximadamente el 40% de la población china pertenezca a la clase media, lo que representa unos 200 millones de personas más que en la actualidad. Del mismo modo, la India, el país más poblado del mundo con más de 1.400 millones de habitantes, tiene una clase media que crecerá en unos 250 millones en la próxima década, según la India Brand Equity Foundation. “Estos enormes volúmenes tendrán importantes repercusiones en el sector turístico mundial, ya que son nuevos viajeros que empezarán a salir al extranjero”, explica Trent Innes, director de crecimiento de SiteMinder.

La aparición de más potenciales viajeros está unida inexorablemente a la recuperación de los mercados. La tan esperada reapertura china en el año pasado ―después de haber pasado tres años con confinamientos― no generó el rebote económico que se pronosticaba. Las autoridades de Pekín reaccionaron con una batería de medidas y en este 2024 se espera que el PIB del país crezca un alentador 5%. Por su parte, el Fondo Monetario Internacional calculaba en abril un crecimiento mundial del 3,2% para este año. Se podría decir que el mundo avanza a velocidad de crucero, porque es el mismo porcentaje que subió el PIB global en 2023 y el mismo que se espera para 2025.

No hay mejor viento de cola para el turismo que una economía robusta. Incluso la Unión Europea, que empezó el año a medio gas, registró en el primer trimestre un leve aumento del 0,2% en el consumo final de los hogares. Los analistas explican la resistencia europea, pese a que la locomotora alemana parece gripada y el pronóstico del FMI es el de un crecimiento mucho más pobre que el estadounidense, por la fuerte creación de empleo y la extraordinaria bolsa de ahorro acumulada durante la pandemia. Esta, engrosada gracias a las ayudas públicas y al menor gasto durante los confinamientos, todavía no se ha gastado. Por eso no sorprende que el optimismo de los consumidores se mantenga estable e incluso haya mejorado de cara al verano, como señalaba una reciente encuesta de McKinsey.

Al margen de la relativa bonanza económica, los analistas del sector también recurren a argumentos psicológicos. Creen que la pandemia cambió la forma de pensar de mucha gente e impulsó una suerte de nuevo hedonismo. “Distintos factores condicionan que la gente prefiera disfrutar de una experiencia a corto plazo por encima de proyectos que a la larga quizá no tengan éxito”, detalla Oscar Perelli, director de Estudios e Investigación de Exceltur. Nadie sabe si esta preferencia ha llegado para quedarse, pero el Consejo Mundial de Viajes y Turismo explica que, desde 2022, “incluso cuando las cosas se ponen difíciles, las personas prefieren economizar en otras áreas en lugar de recortar su presupuesto de viajes”.

Las políticas gubernamentales también han contribuido al auge. Algunos hasta llegar a arrepentirse. José Serrano, profesor de la Universidad Europea, pone de ejemplo la estrategia que implementó el Gobierno japonés con el fin de posicionar al país asiático como un destino puntero y que, entre otras cosas, incluía subsidios para el desarrollo de atracciones turísticas y la promoción del turismo rural. Ahora la región hospeda a tantos millones de visitantes al año que las autoridades han lanzado hace poco un paquete de medidas para poner freno a la oleada de visitantes. El analista también recuerda que, en 2021, España aprobó tres paquetes de ayudas al sector para apoyar su recuperación tras el golpe económico del coronavirus.

Dentro de las estrategias gubernamentales para recuperar un sector que quedó seco de la noche al día, los cambios en las regulaciones de visados han dado otro empujón. El caso más llamativo ha sido el de China, que a finales del año pasado anunció una exención de visa para los ciudadanos de cinco países europeos y de Malasia. Tras esta relajación en los requisitos, los viajes al gigante asiático se multiplicaron por diez durante la festividad del Año Nuevo Lunar —del 10 al 17 de febrero―, según el último barómetro de ONU Turismo.

Los viajeros tampoco echarán de menos estímulos más tradicionales. “No hay región del mundo que no quiera engrosar sus ingresos y eso está haciendo que dediquen más recursos a la promoción turística”, explica José Manuel Lastra, vicepresidente de la Confederación Española de Agencias de Viajes. “Marruecos y Perú están haciendo un despliegue muy importante, al igual que Irlanda o Austria”, ejemplifica. Pablo Díaz Luque, docente en la Universitat Oberta de Catalunya, añade que las redes sociales como Instagram o TikTok también han hecho que viajar se convierta en una necesidad. “Compartir tu experiencia turística es algo que hay que hacer sí o sí, y su consumo inmediato lo masifica. Antes era una actividad más pausada porque en todo caso se compartían los álbumes de fotos”, valora.

Todo este cóctel de factores anticipa un 2024 de récord. El Consejo Mundial de Viajes y Turismo prevé que 142 de los 185 países analizados superarán este año los volúmenes de turistas y gasto previos a la pandemia. Los puestos de trabajo vinculados al sector crecerán un 10% porque, como explica Julia Simpson, presidenta de la organización, el crecimiento económico y el turismo se retroalimentan. “Viajar y hacer turismo no solo se trata de subirse a un avión y explorar nuevos destinos. Es un motor para la creación de empleos, las economías y la unión de culturas de todo el mundo”, asegura. Por más que arrecien voces contra la masificación de algunos destinos, la industria turística todavía sueña sin límites en este 2024.

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