El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, vuelve a ser el verso libre, el alumno díscolo, de la Unión Europea. El político nacionalpopulista, el líder europeo más cercano al Kremlin, ha llegado este viernes a Moscú —según ha confirmado su portavoz internacional, Zoltán Kovács, en redes sociales—, para reunirse con el presidente ruso, Vladímir Putin. Su visita, la primera de un líder europeo desde que la guerra a gran escala de Rusia contra Ucrania se ha consolidado, ha generado una tormenta de rechazo en el club comunitario. La UE ha advertido a Orbán —que acaba de iniciar la presidencia rotatoria semestral del Consejo de la UE y llega a la capital rusa, tras una visita a Kiev donde reclamó al presidente Volodímir Zelenski que declarase un alto el fuego—, de que no tiene mandato europeo para negociar nada con Putin en nombre de la Unión. Orbán ha declarado a su llegada el aeropuerto moscovita de Vnúkovo que viaja “en misión de paz”, las mismas palabras que utilizó en su última visita oficial al Kremlin el 1 de febrero de 2022, 21 días antes de la invasión de Ucrania.

El viaje de Orbán a Moscú y su reunión con Putin está empeorando aún más las ya dañadas relaciones de Hungría con la UE. La Comisión Europea ha advertido este viernes que la visita pone en riesgo el viaje a Budapest del colegio de comisarios que estaba previsto estos días, según las primeras planificaciones, y que se había pospuesto para octubre, según un portavoz comunitario. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha rechazado el viaje: “El apaciguamiento no detendrá a Putin. Solo la unidad y la determinación allanarán el camino hacia una paz amplia, justa y duradera en Ucrania”, ha manifestado en redes sociales. Varios líderes, entre ellos el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, trataron de contactar con Orbán, sin éxito, el jueves, después de que un medio de investigación húngaro adelantase la noticia del viaje a Moscú.

“No puedes hacer la paz desde un cómodo sillón de Bruselas”, ha sido la respuesta del húngaro en la radio de su país este viernes de buena mañana. “Incluso si la presidencia rotatoria de la UE no tiene mandato para negociar en nombre de la UE, no podemos sentarnos y esperar a que la guerra termine milagrosamente. Seremos una herramienta importante para dar los primeros pasos hacia la paz. De eso se trata nuestra misión de paz”, ha añadido. El primer ministro polaco, Donald Tusk, se ha preguntado en redes sociales “en qué manos está esa herramienta”. Por su lado, el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, ha considerado “irresponsable y desleal” la utilización de la presidencia de la UE por parte de Orbán. “Envía una señal incorrecta al mundo exterior y es un insulto a la lucha del pueblo ucranio por su libertad”, ha añadido en X (antes Twitter). Su homólogo alemán, Olaf Scholz, ha declarado en la misma red: “La posición de la UE es muy clara: condenamos la guerra de agresión rusa. Ucrania puede contar con nuestro apoyo”.

El portavoz internacional de Orbán, Kovács, reconoció el jueves a un grupo de corresponsales europeos en Budapest, que el líder húngaro no tiene potestad europea para negociar en nombre de los Veintisiete y que acudió a Kiev en visita bilateral. Sin embargo, la prioridad del semestre de presidencia húngara es “la paz”, lanzó. El primer ministro húngaro quiere presentarse a sí mismo como un mediador, un puente entre Moscú, Kiev y Bruselas.

La idea de que el dirigente húngaro vaya a sacar el tema de una posible negociación de paz con Putin, alejada del esquema ideado por Ucrania, ha causado un terremoto en Bruselas. “La posición de la UE sobre la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania se refleja en muchas conclusiones del Consejo Europeo. Esa posición excluye los contactos oficiales entre la UE y el presidente Putin”, ha dicho en un comunicado el alto representante comunitario de Política Exterior y Seguridad, Josep Borrell. “El primer ministro húngaro no representa a la UE de ninguna manera”, ha añadido el jefe de la diplomacia europea, que ha recordado que Putin ha sido acusado por el Tribunal Penal Internacional y tiene una orden de arresto por la deportación forzada de niños de Rusia a Ucrania.

Orbán, como de costumbre, actúa a voluntad. El líder húngaro y su Gobierno, que lleva dirigiendo 14 años, han torpedeado constantemente las medidas de apoyo a Ucrania por la agresión rusa. Hungría ha dilatado sucesivamente los 14 paquetes de sanciones contra el Kremlin y sus satélites desde el inicio de la invasión a gran escala y tiene bloqueados más de 6.000 millones de euros del Fondo Europeo para la Paz que sirve para devolver a los Estados miembros parte de los fondos que dedican para enviar armas a Ucrania. Budapest rechaza enviar material militar y ha solicitado varias exenciones para no participar en esos esquemas.

La visita de Orbán a Moscú se produce solo unos días antes de que los líderes de los 32 aliados de la OTAN, entre ellos el propio primer ministro húngaro, se den cita en Washington para la cumbre anual de la Alianza Atlántica.

Putin exige el desarme de Ucrania

Este viaje oficial no es el primer desplante de Orbán a Bruselas. El líder húngaro ha sido el primer mandatario europeo que mantuvo un encuentro cara a cara con Putin desde que el Tribunal Penal Internacional dictó una orden de arresto contra el presidente ruso por crímenes de guerra. Los dos dirigentes se reunieron en Pekín en octubre de 2023, donde el político centroeuropeo manifestó a Putin que “Hungría nunca ha querido enfrentarse a Rusia”.

Orbán presiona a Zelenski con un alto el fuego que el Kremlin solo aceptará si le favorece en el campo de batalla. “(Ucrania) debe tomar medidas que sean irreversibles y aceptables para Rusia”, aseguró este jueves Putin. Entre otros pasos, Moscú exige que Ucrania se desarme. El propio mandatario declaró a mediados de junio que está dispuesto a contemplar un alto el fuego si las fuerzas armadas ucranias se retiran por completo de las regiones de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, y Kiev renuncia oficialmente a su adhesión a la OTAN.

El presidente ruso hace una propuesta de alto el fuego de máximos que dejaría a Ucrania en una posición muy vulnerable, y la justifica con su propio relato de la fallida ofensiva rusa sobre Kiev de 2022. Putin manifestó este jueves que sus fuerzas armadas pararon su ofensiva sobre la capital ucrania “a petición de nuestros socios occidentales”, pero no hubo medidas recíprocas por parte del Gobierno de Zelenski. La realidad, según reconocen en el seno del ejército ruso, es que la invasión fue muy mal planificada por el alto mando y el ataque sobre Kiev amenazaba con ser un desastre total para el Kremlin, que se retiró a posiciones mejor defendibles.

“Por lo tanto, no podemos seguir adelante y declarar un alto el fuego ahora con la esperanza de que la otra parte dé otros pasos positivos”, manifestó Putin en vísperas de su encuentro con Orbán.

Orbán visitó a Putin en Moscú en febrero de 2022 en lo que definió también como “una misión de paz”. “Quiero asegurarles que ningún líder de la Unión Europea quiere la guerra o un conflicto. Estamos listos para un acuerdo racional”, dijo entonces el líder húngaro mientras el Kremlin ganaba tiempo para desplegar sus tropas. Putin le dio las gracias “por hacer mucho” por las relaciones con Rusia y firmó unos acuerdos para exportar gas barato a Hungría. Solo 21 días después, las fuerzas armadas rusas lanzaron sobre Ucrania la mayor ofensiva vista en Europa desde la II Guerra Mundial.

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