El pacto permanente en la UE entre populares, socialistas y liberales responde a una Europa que ya ha comenzado a declinar políticamente con la gran derrota de Macron y Scholz el pasado 9J y con Meloni como la cara más visible de ello: «Sin Italia no hay Europa». En cuanto a EEUU el primer debate televisado entre Biden y Trump, apunta a que la vuelta a la Casa Blanca del ex presidente republicano aparece más cercana que nunca. Todas las encuestas después del mismo recogen el desplome de un Biden que ante los telespectadores puso en evidencia su limitación física para acometer un nuevo mandato presidencial, mientras el aspirante Trump crecía. Habrá que estar atentos a lo que sucede en los cuatro meses que median para las elecciones del 12 de noviembre, ya que la polarización política y social en EEUU es un factor de elevado riesgo a considerar ante cualquier actuación sobrevenida –extraordinaria y anormal– que pueda alterar sensiblemente el tablero electoral actual. En todo caso, la situación mundial no será la misma si Trump vuelve a la Casa Blanca, en especial en Ucrania y en Oriente Próximo, incluyendo la OTAN y la UE. Si se confirmara la actual previsión electoral, sería un dato muy significativo del cambio político a nivel global, con la «ultraderecha» –según el sanchismo– al frente de la superpotencia norteamericana. Si Sánchez –con sus «moderados y progresistas» socios comunistas– continuara en el gobierno de España, quedaría en la marginalidad política más absoluta. De hecho ya ahora en la UE estamos debilitados en el reparto de puestos de responsabilidad, al cesar Josep Borrell como alto comisario para Política exterior y Seguridad, a la espera de si la candidata socialista al PE Teresa Ribera obtiene una Comisaria. El pacto del PPE con socialistas y liberales pretende un cordón sanitario a su derecha e izquierda lo cual viola flagrantemente el sanchismo que gobierna con los comunistas en España. Esa flagrante contradicción se refleja en su falta de credibilidad ante Bruselas por más que las terminales sanchistas pretendan negarlo lo que se agudizaría si Trump volviera a la Casa Blanca. Si el escenario político nacional cada día aparece más insostenible por necesitar contentar simultáneamente a adversarios políticos declarados como Puigdemont y Esquerra Republicana, que en común solo tienen el disputarse, con uñas y dientes, el liderazgo separatista, el oxímoron del sanchismo se explica perfectamente. Sánchez ahora pretende evadirse de la situación interior mediante cartas a la ciudadanía, retiros y giras «palestinas» de éxito descriptible. De confirmarse el nuevo escenario político que se vislumbra en el horizonte, el retiro a su domicilio va a ser forzado y real.

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