Empieza la batalla por las carteras en la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la UE. La subasta de poder en la que los Estados miembros reclaman un buen puesto para su comisario se calienta. Varios líderes han reclamado ya a Ursula von der Leyen, que aún debe ser confirmada por el Parlamento Europeo en su reelección como presidenta, una cartera con competencias económicas sustanciales. Es el precio que los jefes de Estado y de Gobierno le pidieron el pasado jueves para nominarla y para ayudarla con la disciplina de voto de sus partidos en la Eurocámara. Si supera la votación parlamentaria, a la que puede llegar muy ajustada, la conservadora alemana exigirá dos nombres por país, un hombre y una mujer, para encajar los nombramientos con mejor equilibrio de género. Algunos líderes ya se han negado. De momento, la mayoría de los candidatos a comisario son hombres.

La democristiana alemana no lo tendrá fácil para cerrar el puzle. “Está prometiendo carteras parecidas a distintos Estados miembros a cambio de su respaldo”, asegura una alta fuente comunitaria. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que ha clamado contra el proceso de negociación de la cúpula de la UE en la que las tres principales familias políticas —populares, socialdemócratas y liberales— la han aislado por pertenecer al grupo ultra, negocia una vicepresidencia ejecutiva para Italia. La líder de extrema derecha se abstuvo en la nominación de Von der Leyen el pasado jueves, en una cumbre de alto voltaje en Bruselas, mientras que votó contra el socialista portugués António Costa para el Consejo Europeo y contra la primera ministra estonia, Kaja Kallas, como nueva jefa de la diplomacia comunitaria. Fue para no ir directamente contra la presidenta de la Comisión, pero sí manifestar su rechazo al proceso de designación.

Algunos diplomáticos creen que el gesto puede perjudicarle, pero en cualquier caso no ha sido un voto en contra. Y Von der Leyen lleva mucho tiempo cortejando a Meloni —a quien considera la ultraderecha aceptable, a diferencia del partido francés de Marine Le Pen o Alternativa para Alemania (AfD)—. Sus eurodiputados de Hermanos de Italia, un partido con raíces neofascistas, pueden ser decisivos en la votación de confirmación de Von der Leyen, y el sostén de la líder italiana también puede marcar la diferencia en una legislatura que se pronostica enormemente convulsa y difícil. Además, Italia no solo es uno de los países fundadores de la UE; también es la tercera economía del club comunitario.

La batalla por las carteras puede calentarse todavía más tras las elecciones legislativas adelantadas en Francia, con la primera vuelta este domingo y la segunda el próximo 7 de julio, en las que los sondeos dan buenos resultados a la extrema derecha del Reagrupamiento Nacional (RN) de Le Pen. Si los ultras logran formar Gobierno y se produce una cohabitación de un primer ministro de RN (el delfín de Le Pen, Jordan Bardella) con el presidente Emmanuel Macron, el choque por las competencias puede llegar a Bruselas con la nominación de su comisario. En el Elíseo avisan de que la competencia es suya y Macron ya ha dicho que cree que Thierry Breton, que ha sido responsable de Mercado Interior desde 2019, debe repetir en el puesto. RN asegura que la designación le competería al Gobierno: “Es prerrogativa del primer ministro”, ha reivindicado Le Pen, que ya avista el puesto para su partido.

Breton no es el único nombre definido sobre la mesa. Entre los países que ya han elegido a su candidato a comisario está, por ejemplo, el letón Valdis Dombrovskis, ahora vicepresidente de la Comisión, que ya lleva 10 años en puestos de relumbrón en la capital y va a sumar cinco años más. El también ex primer ministro de su país conoce bien los intestinos del “gentil monstruo de Bruselas”, como despectivamente llamó el intelectual alemán Hans Magnus Enzensberger al entramado institucional de la UE, y eso vale mucho para un país pequeño como Letonia, que para influir precisa de la habilidad de sus representantes más que de su peso, liviano. Un caso similar es el de Eslovaquia, con el veterano Maros Sefcovic.

La mayoría de quienes ya se han presentado, con la excepción de España o Finlandia, son por ahora hombres. Algo que puede dificultar a Von der Leyen la construcción del equilibrio que busca. Si es así, la alemana exigirá un cambio a los Estados miembros. Ya en 2019, cuando estaba construyendo el Ejecutivo comunitario, reclamó dos nombres a los líderes. Algunos hicieron caso omiso y otros enviaron dos, pero no de manera pública, para no quemar a los candidatos. Algunos colocaron, además, a un aspirante muy frágil como contraste a quien en realidad deseaban enviar. Pero las designaciones de cada país no están sujetas a las necesidades de la alemana, o no solo se atienen a ellas. Los equilibrios internos de los gobiernos, muchos de ellos de coalición, la política nacional de cada país o las preferencias de quienes tienen la competencia de designar el representante de cada Estado miembro en el Ejecutivo de la Unión condicionan mucho las elecciones.

España también debería enviar dos nombres, aunque la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que aspira a una vicepresidencia relacionada con energía y clima, tiene excelentes cartas por su perfil técnico, su conocimiento de las instituciones y los equilibrios de poder. Pero los temas que desempeñará, si finalmente es designada, vendrán condicionados, al menos, por dos elementos: la competencia entre Estados por estos departamentos y el propio programa de acción que vaya a confeccionar Von der Leyen para lograr el respaldo del Parlamento. En el primero, es evidente la concurrida carrera de aspirantes a este tipo de carteras de fuerte contenido económico. Lituania, Eslovenia, Francia, Irlanda, Italia o Chequia se cuentan entre los que se sabe que buscan esas competencias.

Entre los que rechazan la fórmula que pide Von der Leyen figura Irlanda, que ya ha dicho que no mandará dos candidatos. “En esta ocasión, respetuosamente y de acuerdo con los tratados, hemos tomado la decisión de enviar un nombre. Y lo hacemos porque enviaremos a nuestro ministro de Finanzas [Michael McGrath]”, dijo el jueves el primer ministro irlandés, Simon Harris. También quiere a Michael McGrath en una cartera económica (sobre todo relacionada con Servicios Financieros). El Gobierno lo designa a él, que forma parte del partido Fianna Fáil, porque cuando se formó la coalición política que sostiene al Ejecutivo irlandés se acordó que la elección le correspondería a este grupo.

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